Opinión

 

"Violencia del reduccionismo"   (IX)

 “La tendencia a la agresiòn varìa en funciòn directa del grado de frustraciòn experimentada por el individuo.”

(Dollard, Doob, Miller, Mowrer y Sears, psicòlogos Universidad Yale, 1939. 

El grupo de psicòlogos de la Universidad de Yale, ya citados en la entrega anterior, determinò que eran tres los factores principales que determinan la fuerza de la tendencia hacia la agresiòn: 

La fuerza con que se tiende hacia la respuesta frustrada;

El grado de interferencia experimentado;

El nùmero de frustraciones sufridas.  

A la propuesta de este grupo se le ha criticado el uso del adverbio “siempre” como vinculante entre la frustraciòn y la agresiòn, por el caràcter eterno de este concepto. 

Como respuesta a esta crìtica, uno de ellos, Neal E. Miller, modificò la propuesta y dijo: “la frustraciòn produce tendencias hacia diferentes tipos de respuestas, una de las cuales es la tendencia hacia alguna forma de agresiòn”.  

Esta reformulaciòn del postulado vinculante entre frustraciòn y agresiòn, significò un cambio no muy significativo debido a que siempre que se analizara la agresiòn quedaba abierta la posiblidad de que la misma se debiera a alguna forma de frustraciòn como antecedente lògico. 

Otros psicòlogos plantearon que el hecho de que alguien sufriera una frustraciòn no era un motivo  para  que fuera a realizar alguna forma de agresiòn,  ya que la frustraciòn podìa canalizarse  por medio de otros tipos de respuestas conductuales no agresivas. 

Volamos de los años treinta a la dècada de los setenta y nos encontramos con John Sabini, quien planteò que la hipòtesis de la relaciòn entre frustraciòn y agresiòn debìa estudiarse desde una perspectiva psicològica y desde una perspectiva sociològica. 

Sabini no hizo màs que coincidir con Robert K. Melton, quien en 1968 habìa dicho que:  “ hay momentos o situaciones en las cuales las personas no pueden lograr los objetivos màs valorados socialmente por los medios comunes, por lo que la agresiòn serìa una forma extraordinaria, una forma innovadora de lograr esos objetivos ansiados,  aunque al margen de la ley.” 

Melton, agregò que:  “…ciertas àreas del vicio y del delito constituyen una respuesta normal a una situaciòn en la que se ha asimilado el ènfasis cultural acerca del èxito pecuniario, pero en la que se tiene poco acceso a los medios convencionales.” 

Con esta hipòtesis, Robert K. Melton, se coloca del lado de la visiòn freudiana de que la agresiòn puede ser una consecuencia directa  y en cierto modo irracional ante el bloqueo de los deseos,  y fue èsta la perspectiva asumida por el grupo Yale, commo hemos dicho precedentemente. 

Casi todos los seres racionales hemos experimentado el modelo de la frustraciòn-agresiòn. Nadie puede negar haberse sentido inclinado a la violencia o fuera de sus lìmites normales de comportamiento, en ocasiòn de alguna frustraciòn. La no obtenciòn del objetivo buscado produce frustraciòn. 

El grupo Yale,  afrimò que: “…la tendencia a la agresiòn serìa inhibida si se anticipaba que la persona a la que habrìa que atacar tenìa poder para defenderse y aun para castigar al  agresor.” 

Esto explica que la conexiòn entre frustraciòn y agresiòn no es mecànica y que no es tan irracional como aveces se afirma, y que esa conexiòn puede depender de factores estrictamente sociales. (Continuarà) 
 

 

El Lic. Angel Artiles Díaz es Prof. Titular de la Carrera de Derecho (UTESA-Puerto Plata) 
Su comentario sobre esta opinión
Evite los insultos, palabras soeces, vulgaridades o groseras simplificaciones
Nombre:
Apellido:
Email:
País:
Ciudad:
Mensaje:

 

Más Opiniones