Los dominicanos, como el resto del mundo; vivimos en una sociedad mercantil en la cual todo se compra y se vende desde el que trafica hasta el artista todo lo que nos rodea, aun no seamos artistas ni mercaderes, y a pesar de que en muchos casos asumimos poses, de artistas, traficantes y algo más.
Se ha entronizado tanto la cultura mercantil, que todo lo hemos convertido en mercancías; la comida, la educación, la salud, la política, el sexo y hasta las honras propias y ajenas; casi todo aquello que signifique una actividad humana se negocia o se vende, de modo que todo aquel que tenga algo qué vender ya se convierte en vendedor.
Partiendo del ejercicio público o no, de la actividad mercantil, se determina la categoría del traficante, de forma que este entonces se clasifica en traficante “legal” cuando ejerce su actividad acogiéndose a alguna prerrogativa legal o constitucional, el “traficante ilegal” es el que ejerce sus acciones al margen de la ley, y al margen de lo que pueda ser la tolerancia social.
El esquema de mercado en que se funda nuestra sociedad ha evolucionado tanto, que su avance se ha tornado una “involución” donde el tráfico ilegal trata de imponerse sobre los intereses y la propia actividad mercantil legalmente tolerada, por eso hoy parece que son normales en nuestro país, el narcotráfico ilegal, el trafico con órganos humanos, a los que venden el servicio de salud como mercancía muy costosa, el sicariato y hasta algunos que actúan o interactúan en los medios de comunicación.
Hay una especie de negociantes que se mueven muy activamente y que causan grandes estragos; son los traficantes de honras ajenas, esos que tienen a su disposición cuantiosos recursos denominados medios de comunicación, sea escritos, electrónicos, gráficos o de cualquier forma, son estos los que con justa razón han sido denominados “los Sicarios de la Moral”…
Hasta pronto… muydecerca10@hotmail.com