En el mundo de la naturaleza, todo se renueva; cada tramonatural trae consigo una reformulación de las cosas, de manera que los cuerposavanzan hacia estadios nuevos, donde los cambios se suceden uno tras otro,dando origen a nuevas transformaciones y a épocas nuevas.

El cambio parece ser la palabra mágica del momento, tanto enel mundo de la políticas como en el de la economía y hasta en las relacionesinterpersonales se enarbolan propuestas de cambios, no obstante, esta ser unrecurso preferido, nadie expresa de manera específica que tipo de cambio es elque queremos, porque hay hechos y casos que parecen cambios pero no lo son sinosimples adaptaciones de lo que en el fondo es “más de lo mismo”.

Proponer cambios implica sustituir una cosa por otra, unestado por otro, una era por otra; de manera que esa transformación traigaelementos superiores a los ya vividos.

Es de ahí, que partiendo del ambiente en que se desenvuelvela presente época histórica que como pueblo nos toca vivir, donde el recursoelectoral aparece como el más socorrido para entonar el estribillo de loscambios, a este lo oímos con mas frecuencia en labios de muchos que no quierencambiar y en algunas lejanas voces de personas y sectores que teniendo realinterés de cambio, no disponen del espacio ni de los recursos suficientes ynecesarios para motorizar sus propuestas.

Por eso, y partiendo de la realidad social y política quevivimos como pueblo y como nación, la propuesta de cambio se presenta como elrecurso preferido a la hora de  formularun discurso electoral  en  medio de la vorágine politiquera que nosarropa, de forma que el momento es ideal para que comencemos a discernir  qué tipo de cambio queremos… si un cambio deformulas, “para seguir montados en el palo” o un cambio de época, dondepongamos fin a la ignominia de la impunidad y al desparpajo con que se sustraenlos bienes públicos…