Duelo Nacional por Juancito Sport: JA!

Ultima Actualización: viernes, 18 de diciembre de 2015. Por: Artículo Invitado

En el ámbito político y social la familia de Juancito también merece todo respeto, en especial, los integrantes de la misma que no sean botellas del gobierno, ni tengan acceso irregular a recursos públicos.

La pura verdad es que, actualmente, tengo una percepción delmundo, de la vida, de las gentes, que me impide alegrarme de las muertes odesgracias de cualquiera, aún de los que harían un gran favor si se murieran o,al menos, si padecieran cualquier desgracia que parezca equilibrar un poco laimpunidad de unas bonanzas ilegítimas y el ejercicio abusivo de cualquierfunción social.

Y es que, honestamente, por lo que me he obligado adesaprender de la generalizada domesticación colectiva, no me es posibleregocijarme con la idea de castigos sangrientos, crueles, mutilantes omortales, ni siquiera contra quienes realmente se los merezcan, que los hay.

Si yo me sumara a los que claman por sangre y el fuego, olos celebran, ¿qué hobbies y banderas, les dejaría a los simpatizantes de LaInquisición, del KKK y de los asesinatos y torturas trujillistas ybalagueristas?

¿Qué les dejaría a los paleros del PLD? No, yo no soy ellos,para alegrarme con desdichas de otros, ni para aplaudir atrocidades y  violencias de ningún tipo, ni parajustificarlas. No! No soy ellos, que le buscan excusas -si es que no losperpetran y ordenan por si mismos- a abusos, homicidios y asesinatos. No, a mino me entusiasman los exterminios, ni me deja impasible la ejecución de unapersona, aún en los casos en que su función sea equivalente a la de una de esascucarachas que solo transmiten pestes y/o ni aún cuando esa persona forme partede la casta gobernante, que tiene responsabilidades directas en la propagaciónde esta clase de violencia.  

Estoy en otro bando. En el de los que se han resistido asumarse a la bestialidad política que nos arropa. Soy de esa parte de lasociedad dominicana horrorizada, crispada, ante esta banda de tígueresrastreros, que han animalizado el país en su totalidad.

Juro que no me alegraré si algún día, sentada a la diestradel Padre, comiendo los frutos del árbol de la sabiduría (que ya legalizaron enel cielo) llega alguien a informar que al Cardenal lo están friendo en una ollade alquitrán en una de las frituras del Infierno. O que ya el Diablo dispuso loordenado por Dios, de que pusieran al Cardenal de masajista -obligado aproporcionar finales felices a cualquiera que se lo solicite- en elelegantísimo, sofisticadísimo y exclusivísimo club privado que algunos miembrosde la comunidad LGBT están construyendo en el penthouse de La Gloria.

Tampoco seré feliz, si se dispone que a Vincho lo pongan, enel día, como encargado de limpiar letrinas en el barrio haitiano del Cielo yque en la noche, lo vistan de bailarina egipcia y lo destinen por toda laeternidad a abanicar a esos haitianos, con pesados abanicos de plumas demarabúes y que, además, deba apresuparse a preparar las jukas, con menú deopio, cocaína y crack -sin que puede él mismo disfrutar de una- cuando sus amosde lo ordenen.

A pesar de ser así, cuando hice referencias en Facebook a lareciente muerte de Juancito Sport (después de muerto se llama Juan de losSantos) algunas personas interpretaron como alegría y “falta de respeto a lafamilia” lo que estaba muy lejos de ser una u otra cosa y además, algunosparecen confundir una serie de nociones, cada vez menos entendidas en lasociedad dominicana, donde prima un arroz con mango, propiciado desde elgobierno ( con estrategias como pronunciar el nombre de Dios en vano,utilizándolo como arma de chantaje y haciendo citas bíblicas, sacadas decontexto por los cabellos) para responder cuestionamientos jurídicos y asuntosde orden social, que debían asumirse con un poco más de responsabilidad y sindar por sentado que toda la audiencia es idiota.

Cuando me enteré de la muerte -y sobre todo, de lascircunstancias en que esta ocurrió- no solo no me alegré, sino que me sentísobrecogida y angustiada, digo, francamente, no tanto por Juancito Sport, sinopor nosotros, quienes no somos los Juancitos Sports que están gobernando  en nuestro país y que padecemos un nivel devulnerabilidad, que no es el que lo afectaba a él, ni a ninguno de esoscompinches, ni a los cada vez más repugnantes y agresivos y podridos compañeritosdel partido y socios de empresas mafiosas, que han creado mayores problemassociales de los que ya existían, al hacer que las bancas de apuestas tengan máspresencia en la vida dominicana que las escuelas, aparte de todos losembobamientos, alienación y brutalidad que se siembra desde la infancia, en unapoblación que pone sus esperanzas en los juegos de azar.

¿Por qué el JA! ante el “duelo nacional”? Porque en dueloestábamos desde antes de que lo decretara la mosca muerta con dientes yestómago de cocodrilo que tenemos por “Presidente”. En duelo estábamos los quenos sentimos rodeados por una manada de hienas, peleando por nuestros despojos.

La familia de Juancito merece todo mi respeto, solidaridady, sinceramente, compasión,  en sucondición privada de familia, que pasa por una tragedia espantosa. Merece eserespeto, tanto como el que se le debe a las familias de los guardaespaldasasesinados y a la familia del mismo agresor, así a como todas las familias queson afectadas por la frivolidad con que se recurre a la violencia y alasesinato para dirimir cuestiones que debían tener instancias donde dilucidarsecon alguna racionalidad.

Es casi el mismo respeto que se le debe a las familias a laque la policía le ejecuta un miembro en la calle. Ocurre con tanta frecuencia,que ha acabado por volverse una epidemia de gente resolviendo querellascontratando sicarios (un negocio que floreció con padrinazgo) o halando por unapistola por cualquier quítame esta paja o por rebatiñas entre delincuentes, quese pelean por los trozos del país al que han secuestrado.

En el ámbito político y social la familia de Juancitotambién merece todo respeto, en especial, los integrantes de la misma que nosean botellas del gobierno, ni tengan acceso irregular a recursos públicos.

Con relación a la manida y manipulada frasecita de que “nose puede juzgar a nadie”, se trata de una frasezota, cuando asumimos esabrillante enseñanza, para frenarnos la boca, a la hora de rebuznar censurando,discriminando, menospreciando, denostando y chismeando sobre conductaspersonales, privadas, a las que los individuos tienen pleno derecho; perocuando se trata de funciones públicas y de crímenes y robos y otros delitos, sino vamos a juzgar a nadie, entonces ahorrémonos el presupuesto del PoderJudicial y del Legislativo también, lo cual, así, de repente, no me parece tanmala idea.

La recomendación de no andar juzgando es brillante, paraaplicarla a hostilidades gratuitas o limables, de la convivencia cotidiana ypara tenerla como guía para no andar metiendo las narices en donde no noscorresponde; pero a los funcionarios públicos que nosotros mantenemos con unosingresos que ellos mismos se han designado, y se sirven a capricho, destrozandonuestra calidad de vida y nuestros recursos, hay que pedirles cuentas. Es underecho y un deber ciudadano.

Por cierto, ¿cómo es que el matador era como “un hijo” paraJuancito y trabajaba en las empresas “privadas” de éste, pero que también eracontratista del mismo cabildo en el que Juancito era alcalde? Esa práctica, quesuelen usar los alcaldes para robarse los recursos de los cabildos de los queson dueños, teniendo varios testaferros de sí mismos dentro de la institución,¿ya es legal?

Porque antes de declarar los duelos nacionales, debíandeshollinar un poco a los héroes homenajeados con ese recurso.

Fuente: www.acento.com.do/ Por: Sara Pérez