El azar de la historia, la emoción y el triunfo de Donald Trumph-IV

Ultima Actualización: sábado, 10 de diciembre de 2016. Por: Angel Artiles Diaz

La historia de los Estados Unidos demuestra que los primeros años de la década de los años 20, sirvieron de escenario para la imposición de toda una doctrina liberal ortodoxa.

La historia de los Estados Unidos demuestra que los primeros años de la década de los años 20, sirvieron de escenario para la imposición de toda una doctrina liberal ortodoxa, que se mantuvo vigente hasta 1929.

Esta doctrina liberal establecía la mínima injerencia del Estado en cuestiones económicas y en el manejo sin cortapisas de las comisiones federales de regulación. Destacándose los procesos de fusión bancaria, servicios públicos o industria automovilística, como manera de fomentar la teoría económica del desarrollismo frente a un panorama internacional que garantizaba rivalidad cero en la competencia internacional y una evidente hegemonía del naciente imperio norteamericano.

Concretizándose así la filosofía gubernativa de Calvin Cooldige, sucesor de Harding en 1922:

“el negocio de América son los negocios”.

La hegemonía monopólica fomentada por Estados Unidos a su favor, sentó la plataforma para que durante todo ese decenio de los años 20, que sucedió a la Primera Guerra Mundial, debido a la impotencia de la Europa de la postguerra, sin liquidez y sin bastante oro para compensar las fabulosas deudas contraídas con el Gran Hermano del Norte, además de los altos costos arancelarios en las aduanas norteamericanas, impedían que Europa se beneficiara del intercambio comercial que funcionaba con reglas impuestas en el lado americano, fomentaron así, la muy conocida e histórica fragmentación entre los dos bloques del mundo occidental.

La crisis económica generada por la Primera Guerra Mundial, fue el factor decisivo para colocar a los Estados Unidos a la delantera de la carrera por el dominio económico y político del planeta, a tal grado que si esa situación se hubiese prolongado por diez años más, la historia sería otra, en 1928, Norteamérica había alcanzado un nivel de superioridad en la producción mundial, que triplicaba lo logrado por Gran Bretaña, Alemania, Rusia; septuplicado la de Francia y decuplicado la de Japón. Johnson, Paul., Estados Unidos. La Historia. Ediciones B, Buenos Aires, 2001, p. 641.

Las razones para que Estados Unidos liderara la economía del mundo en la década del 20, se debieron a la coalición mancomunada entre políticos, financieros y empresarios de esa nación, unido al empleo de métodos inéditos de producción, sin la perturbación de paralizaciones de ninguna especie en sus facetas productivas, apoyados en la suficiencia de vender en el extranjero una parte importante de su producción, o en la auto abrogada facultad de consumar asuntos financieros desde cualquier espacio de la geografía mundial, apoyados en el potencial de acumular capitales.

La clase media americana en tanto que fenómeno sociopolítico, protagonizó conviene destacar el fuerte torbellino nacionalista que arropó la geografía estadounidense. Era la época del “american way of life” (sistema de vida americano) que proyectaba hacia el exterior, la idea de la democracia, como modelo de sistema a seguir para alcanzar el progreso.

Nada es para siempre, y la década de oro no era la excepción, paradójicamente la crisis de 1929, se prohijó en ciertos puntos de inestabilidad en Estados Unidos, que culminaron con jueves negro de octubre de ese año. Eran nubarrones que se acumularon durante todo el transcurso de los años veinte. Junto a la consolidación nacional se venían cerniendo ciertas sombras en el horizonte socioeconómico de la nación; como resultado de un manejo dudoso, público y privado, de los asuntos internos esenciales, que se extrapolaron afectando a todo del mundo.

La crisis de 1929 se inició cuando sumidas en la fragua de la Primera Guerra mundial y después de ella, las naciones catalogadas como beligerantes renunciaron al patrón oro para sufragar con potentes emisiones de dinero inorgánico, sin respaldo en oro, ni en otra moneda fuerte, ni en producción; se engendró un encogimiento económico en toda la Europa, debido a que el modo de comercialización reinante no generaba la suficiente fuerza para garantizar la estabilidad y controlar la inflación.