El recipiente del estiércol

Ultima Actualización: lunes, 13 de noviembre de 2017. Por: Luis Henriquez Canela

Es un invento tan maravilloso que hasta promete hacernos ricos casi sin trabajar.

Ella es como la existencia misma. En su seno concurre lo claro y lo oscuro, la vida y la muerte, lo bueno, lo malo, lo absurdo, lo prometedor; el cielo y el infiero. La extrema lucidez frente a lo absurdo, lo vil y despreciable.  

Luz y sombra. Las excelsas historias del loco amor, frente al cotidiano feminicidio.

Es el reflejo de la existencia; toda la miseria humana tiene cabida, así como la alegría, la tristeza, los anhelos y hasta toda clase de infortunios y reveses.

Es peligrosa! Sobre su lomo pilotan frustrados desaprensivos,  gente de toda clase. Su excelsitud amplifica hasta el firmamento la lengua malévola, la que hace daño, la que muerde, la injusta. Sirve de canal a la insidia, a la infamia y la difamación, aunque también da paso al razonamiento sabio y seductor, pero, (¿) en menor medida.  

Ella es la web –y sus redes-. La que ha venido con su furia mocosa a derribar paradigmas, imponer sus reglas, infundir miedo, demoler muros, convencionalismos y hasta poderes.

Es como un caballo desbocado animado por el vómito humano donde abunda la desfachatez y la ignorancia. ¿Tienen acaso, dentro de ella misma, la desfachatez y la ignorancia, más fuerza que la prudencia y el conocimiento?  Al parecer sí.  

Si el contenido de la web se pudiera poner en una balanza; lo bueno y lo malo, ¿cuál de los platillos descendería? ¿Alguien nos puede decir?

Ella es una especie de masa amorfa, viva, respondona, aviesa, incorregible. Informa, comunica, desinforma, falsifica, desnaturaliza y miente.

Es un invento tan maravilloso que hasta promete hacernos ricos casi sin trabajar. “Gana 568 dólares diarios trabajando medio tiempo desde tu propia casa”. ¡Qué fácil es! La nueva moda que también promete hacernos ricos es invertir en el bitcoin; cuidadito, con eso.