Varios cánceres están acabando con el periodismo ético y moral en República Dominicana

Ultima Actualización: domingo, 14 de enero de 2018. Por: ANTONIO HEREDIA

La degradación moral y ética que indiscutiblemente ha experimentado el ejercicio periodístico y comunicacional en la Rep. Dominicana, es una de las grandes aberraciones.

La degradación moral y ética que indiscutiblemente ha experimentado el ejercicio periodístico y comunicacional en la República Dominicana, es una de las grandes aberraciones que en el último quincenio sigue provocando decepciones en los ciudadanos que residimos en la patria de Duarte.

Con raras excepciones, puede decirse que en nuestro país están en peligro de extinción los periodistas responsablemente morales, quienes cumpliendo con su deber ético y desapasionando las pasiones, se atreven a disentir con altura sobre cualquier pronunciamiento de un funcionario público, sin importar su categoría.

Las acciones de lambisconerías provocadas por los infinitos nombramientos en instituciones del Estado, además de las dádivas, viajes, francachelas y otros despilfarros que son pagados con el erario público, lamentablemente se han encargado de poner una mordaza a periodistas, locutores y comunicadores.

Bienaventurados aquellos que en sentido general, dentro del mundo de la comunicación dominicana, todavía no han hipotecado su voz o su pluma y que se han mantenido al margen del “oro corruptor”, esos que a pesar de los ataques venenosos de “los cameladores”, aún se mantienen sin claudicar.

Es lastimoso ver o leer posturas arrastradas de periodistas o comunicadores, que debido a que deben favores, ya hastían y también le dan asco a la ciudadanía, cual si fueran vasallos medievales, emitiendo loas a tal o equis funcionario público, ya sea un ministro gubernamental, legislador, un simple alcalde municipal o hasta el presidente de la República.

Tal parece que se les olvida, que los poderosos e influyentes funcionarios están en posiciones públicas de forma temporal, ya que como dice una canción de José-José: “Porque nada es para siempre y hasta la belleza cansa”. Pero, además nuestra Constitución, aunque sea un pedazo de papel, establece condiciones igualitarias entre todos los ciudadanos.

Irónicamente una amplia cantidad de hombres y mujeres que tienen presencia en los medios de comunicación del país, se caracterizan por usar la lambisconería y el peseteristimo como su carta de presentación, dejando mucho que desear ante las múltiples problemáticas sociales que cada día sigue destruyendo a nuestra sociedad.

Muchos vocingleros siguen enarbolando una supuesta “revolución” que más bien en un tremendo “revolú” porque no ha llenado las expectativas, lo cual es terrible, ya que en mediciones internacionales recientes, la República Dominicana sigue en números rojos en cuanto al nivel educacional.

Esta discrepancia sucede, mientras que la cartera educativa estatal, sin ningún tipo de fiscalización, pues recibe todos los meses “los millones de Chanflín” tras la valiente conquista del 4% del Producto Interno Bruto (PIB), que cabe aclarar, fue posible gracias al empoderamiento popular.

El caso más agudo del descredito de algunas figuras de los medios de comunicación, se puede denotar en Santo Domingo, Santiago y las demás provincias, donde se mantiene la inconducta de idolatrar a funcionarios públicos, ya que por una acción insignificante, realizan extensas notas de prensa, queriendo poner donde no hay.

Mientras estos desaguisados de la prensa siguen siendo el pan nuestro de cada día, pocos periodistas hablan de la innegable deficiencia de nuestras autoridades para darle respuesta a problemas sociales y comunitarios, como por ejemplo la calles llenas de hoyos y a oscuras, además de los montones de basura por doquiera.

Ojalá en este nuevo año 2018, las personas que hacen vida en los medios de comunicación puedan enderezar el “lapsus brutus” que cometen, ya que si tan solo encaran con altura a personalidades y/o autoridades involucradas en escándalos que nunca son aclarados, la República Dominicana fuera una nación diferente.

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