El FBI confirma "muertes naturales".

Ultima Actualización: domingo, 20 de octubre de 2019. Por: Luis Henriquez Canela

¿A quién reclamar? ¡A nadie! Esas cadenas tienen poderes plenipotenciarios y ya los anuncios que iban a vender, los vendieron.

En el campo dicen que cuando el río suena, es porque agua trae. Es un ruido tan particular que, más que sonar, se convierte en sensación olfatoria. Los que hemos vivido en él conocemos esa sensación urgente de resguardo. Cuando suena, el cerebro del campesino sale de su letargo, se activa e inicia un proceso interno inquisidor para determinar dónde están los animales y preservar algunas cosas de las que se encuentran alrededor del curso del río. 

Con esta introducción,  quiero referirme a la ola especulativa que se produjo por las muertes de turistas estadounidenses, ocurridas este año en nuestro país y su ulterior desmentido en ocasión del informe del Buró Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos. El Departamento de Estado ha dicho que: "Los resultados de las pruebas toxicológicas extensivas adicionales,  realizadas hasta la fecha,  han sido consistentes con los hallazgos de las autoridades locales (República Dominicana)”. “Nuestras condolencias están con las familias durante este momento difícil".

Esto confirma que cuando el rio sonó, no traía agua. Y cabe preguntar, ¿de dónde salió esa campaña criminal? ¿Quién o quienes han inventado un relato tan pernicioso y nocivo para nuestra economía? ¿Quién o quienes se beneficiarían con la ola especulativa que produjo un relato mortuorio tan macabro, tan tétrico, pero a la vez inverosímil de pies a cabeza? ¿Cuál es el costo real de las pérdidas por parte de la industria turística dominicana? Fueron días de especulación, como si de una novela se tratara. Periodistas irresponsables, cadenas de noticias más irresponsables todavía, propagando noticias falsas, especulando con la salud económica de un país.  Surge la pregunta:  ¿De qué va todo esto?  Respuesta:  obedeció a un plan cuidadosamente orquestado, orientado para dañar, que logró el objetivo deseado en los que lo concibieron y, posteriormente, con la facilidad de un mago al sacar un conejo del sombrero ahora salen al frente, anunciando que fueron “naturales”  las causas de las muertes.

¿A quién reclamar? ¡A nadie! Esas cadenas tienen poderes plenipotenciarios y ya los anuncios que iban a vender, los vendieron. Recuerdo con asombro que en esos aciagos días en que la campaña de descrédito estaba en pleno apogeo, recibí decenas de llamadas de familiares y amigos de todo el mundo. Me preguntaban que si yo sabía lo que estaba pasando, que si había visto a CNN, que si había visto a Fox News, que si leí el Daily Mail. Los dominicanos en el exterior estaban sobresaltados, turbados, no sabían lo que estaban viendo en televisión. Sus sentidos no daban crédito a lo que estaba sucediendo. 

Hoy sabemos que era una novela de terror, de pánico y espanto,  la cual tuvo como escenario nuestro país. ¿Con que fin? No sabemos. Fue una trama muy bien orquestada y narrada, tanto en tiempo como en espacio. Todo en su momento. Las noticias iban produciéndose día tras día con nuevos casos, nuevos escenarios y en similares circunstancias. La confabulación fue tan perfecta que no se puede dudar. Agatha Christie, debió, desde donde se encuentre, dar algún tipo de asistencia a sus autores.

Sólo nos queda recomendar a las autoridades de turismo que suelten un poco la política y se pongan en lo que tienen que ponerse. A tratar de tapar esos hoyos dejados por esa trama patibularia orquestada por algún o algunos delincuentes.