Riesgos, bonos y regulación

Ultima Actualización: viernes, 30 de octubre de 2009. Por: Artículo Invitado

El mundo está abrumado. Las cosas no han salido bien, como nos prometían. Estos sí que eran “cuentos chinos”: desregulémos, dejemos al dios mercado la capacidad de reparto y nivelación. Que la competencia decida. Y las sociedades serán mejores. Y más prósperas. La libertad, al fin, encontrará su edén, el paraíso soñado.

Nos dijeron que la libre competencia, cada “agente” tirando de su soga, y cuantos menos  árbitros y normas mejor, traería riqueza para todos.


Pero, lejos del lobby, los alquimistas financieros sonaban sus máquinas calculadoras con prisa. Calculaban y cuadraban los números de hipotecas, títulos, hedge funds y todo instrumento negociable en las bolsas de valores del mundo.


El volumen de las transacciones era gigantesco. Bancos y agencias anunciaban sus crecimientos y sus ganancias. Y si el consumo se resentía la FED bajaba las tasas, el crédito fluía y la “civilización de termitas”, en que se había convertido la sociedad, continuaba en su gula. Bien atizada.


Los gerentes y seniors de la banca de Wall Street celebraban, en grande, los jugosos beneficios obtenidos mediante el juego temerario de poner en riesgos cada vez mayores sus propias instituciones y al sistema financiero mundial. A mayor riesgo, más ventas. A mayor venta, más bonos e ingresos. La razón de ser del negocio era evidente.


El estallido de la crisis que hoy vivimos ha puesto en claro el juego engañoso al que fuimos conducidos. La codicia sin límites.


Alivia saber que el congreso de EE.UU. se apresta a conocer una ley que confiere a la Reserva Federal (FED) los poderes que siempre debió tener. La regulación financiera está de vuelta. Se creará un Consejo de Regulación integrado por la FED, el Tesoro y la FDIC (Fondo de garantía de Depósitos) para controlar los riesgos de las empresas, los cambios de gestión, el control de bonos y contratos exagerados de los gerentes, el control de la insolvencia, el patrocinio de alianzas y el control de los hedge funds.


Está pendiente de conocer el alcance de estas medidas del gobierno del presidente Obama. Es, de todos modos, un intento de regreso a la prudencia económica.


La lección es concluyente: nunca el interés privado deberá prescindir del control y la regulación públicas. El interés de la sociedad siempre estará por encima del interés privado. Al menos mientras los seres humanos sigan siendo entes eminentemente sociales.