HAY QUE DERRIBAR EL MURO DE LAS DESIGUALDADES

Ultima Actualización: miércoles, 11 de noviembre de 2009. Por: Artículo Invitado

Celebrar los veinte años de la caída del muro de Berlín y olvidar los viejos y los nuevos muros que aún persisten es prestarse a la propaganda ideológica de los que dicen que ya no hay ideologías.

El geógrafo Michel Foucher ha hecho un censo de los 17 muros que existen en la actualidad, que tienen un total de 7,500 kilómetros, pero que llegarán a alcanzar 18,000 cuando estén terminados (véase a Nicole Muchnik, El País, 07/11/09).

 

El recuento comienza con el muro que construye Israel para aislar y robar tierras a Palestina. La sección cisjordana de ese muro cuesta al pueblo israelí dos millones de dólares por kilómetro y “está fortificado por paredes de hormigón de ocho metros, con torres de control cada 300 metros, bordeado con zanjas de dos metros de profundidad, alambradas de púas y carreteras” y ha sido condenado por la Corte Internacional de Justicia.

 

A pocos kilómetros de San Diego, California, en la frontera entre México y Estados Unidos, el Parque de la Amistad (Friendship Park) está siendo sustituido por tres muros paralelos de cinco metros de altura que tratarán de impedir que la miseria y la falta de oportunidades sigan “molestando” a quienes las inventan. 178,000 millones de dólares espera invertir Estados Unidos en “asegurar” sus fronteras de hoy a 2015.

 

Entre los muros más jóvenes está el doble muro de Melilla, levantado en 2005 para impedir la llegada de africanos a Europa, con alambrada duplicada hata los seis metros de altura y madejas de alambre de púa entre  las dos paredes y hasta hace poco tenía cuchillas (retiradas por suerte en 2007) que ocasionaban terribles heridas.

 

Otro muro notable, la Gran Muralla de Marruecos, tiene 2,720 kilómetros; dos terraplenes de arena con controles militares, minas y alambradas erigidos para aislar al pueblo saharaui e impedir las incursiones del Frente de Liberación de Saguia el Hamra y Río del Oro (Polisario) que reclama la soberanía de los territorios ocupados por Marrucos.

 

El recuento es largo y deja claras la ignorancia y el cinismo de quienes recuerdan un muro y olvidan todos los que quedan y los que se siguen construyendo; peor aún, olvidan que la mejor inversión no es la que levanta barreras entre los pueblos, sino la que se dirige a superar el muro de las desigualdades obscenas que separa a los que tienen de más de los que no tienen ni siquiera en qué caerse muertos.