La vida nos enseña que cuando nos atrevemos a respetar lo que el otro cree, descubrimos que el hombre es, su conducta, puede ser Dios o diablo, es su elección y con esa aceptación de la realidad; dar inicio a una vía de recuperación para revertir los embates de la vida, como sabia manera de amarse a si mismo y amar la vida que nos ha tocado llevar.
La forma más sencilla de recuperarse es cuando recibimos las experiencias de la vida como parte de un todo. La vida es una maestra, que con sus altas y bajas nos enseña el valor de la grandeza de decidir, aceptar, reconocer y enmendar los errores cometidos.
Esos errores que en algunos llaman: Agregados síquicos, demonios rojos, defectos sicológicos o pecados como quieran llamarles, casi siempre vienen acompañados de seres humanos especiales, que aunque a veces no lo entendemos tienen el propósito de obligarnos a ser mejores personas y cumplir a cabalidad con lo encomendado por Dios. Dios a cada hombre que cree en su existencia le confiere una misión.
Es probable que determinadas personas en la vida tengan la finalidad de llevarnos al punto donde Dios quiere que estemos. Con esa afirmación no desesperar ni por las calumnias, ni por las cosas que consideremos injustas por que casi siempre la voluntad de Dios nada tiene que ver con lo que nosotros queremos hacer.
Aprender a vivir no es tarea fácil, es lidiar todos los días contigo mism@, es reconocer que fallas a quienes te quieren, es reconocer que eres mortal, que te equivocaste, que a veces eliges mal, es reconocer que unos te querrán y otros te rechazarán, es reconocer que solo tú y tú son responsables de tus actos, eres responsable de tus carencias y de tu alegría.
Aprender que Dios nos ama, y que él nos sacará de la situación en que estemos en el plano espiritual, es la certeza de su existencia. Descansar en Él ,conforta.