LAS ÚLTIMAS
HORAS DE CHE

Rodríguez se fotografió con el Che, unas horas antes de su
ejecución.
Félix Rodríguez entró a
los anales de la historia como el agente de la CIA que asesoró
los operativos de captura del Che en Bolivia. Cubano de origen y
anticomunista, Rodríguez participó también en la invasión de
Bahía de Cochinos y en entrevista con José Baig de BBC Mundo,
habló sobre las últimas horas con el líder guerrillero.
500-600: el
código de su muerte
¿Cómo es su primer encuentro con el Che?
Bueno, el primer
encuentro es cuando va el coronel boliviano Joaquín Centeno y yo
voy atrás, como asesor. Él ve al Che que estaba tirado, amarrado
de pies y manos y me le quedo mirando, 'Che Guevara, vengo a
hablar contigo'.
Entonces, él me mira
desde el suelo y me dice en una forma arrogante 'a mí no se me
interroga'.
Entonces le digo
'Comandante, yo no he venido a interrogarlo, nuestras ideas son
diferentes, pero yo a usted lo admiro, usted está aquí porque
usted cree en sus ideales, aunque para mí están equivocados. Yo
he venido a conversar con usted'.
Lea también el
testimonio del soldado que lo capturó
Se me queda mirando un
rato a ver si yo me estaba riendo. Cuando me vio que estaba
serio me dijo '¿me puede quitar las amarras?, ¿me puedo
sentar?'.
Entonces yo llamo a un
soldado afuera 'por favor, quítale las amarras al comandante
Guevara'.
Y ahí comenzamos a
conversar de diferentes tópicos. Claro, cuando yo le tocaba
tópicos de interés táctico para nosotros, me sonreía y me decía,
'usted sabe que yo no le puedo contestar eso'.
Cuando usted nos cuenta
su dialogo con el Che Guevara, hay como mucho respeto por la
persona que tiene ideas contrarias, ¿por qué ese respeto por el
enemigo?
Mira, cuando yo llegué
allá hubo unos sentimientos mixtos. Primero, llevaba por dentro
lo que sabía. Él había sido una persona extremadamente cruel.
Inclusive hay historias,
cuando la Sierra Maestra, que para hacer un escarmiento él
fusila a un niño de quince años que estaba con ellos porque se
había robado una lata de leche condensada.
Cuando veía a aquel
hombre...en la forma que estaba ahí, un hombre destruido,
parecía un pordiosero, no tenía casi uniforme. No tenía botas,
sino unos pedazos de cuero amarrándole los pies. Realmente sentí
pena por él.
Sin embargo, cuando veía
a aquel hombre, que yo me recordaba haberlo visto cuando
visitaba Moscú o cuando visitaba a Mao Zedong en la China
comunista, aquel hombre arrogante y alto, lo veía en la forma
que estaba ahí: un hombre destruido, parecía un pordiosero, no
tenía casi uniforme. No tenía botas, sino unos pedazos de cuero
amarrándole los pies. Realmente sentí pena por él.
Y hay que respetar a un
soldado que se portó y se comportó con decencia antes de morir.
¿Qué pasa entre el
momento en que termina su conversación con el Che Guevara y el
momento en que él es fusilado?
Yo entré y salí varias
veces para conversar con él. Hay un momento en que me llaman y
dicen 'quieren hablar por teléfono con el oficial de más alto
rango'. Me dicen 'órdenes superiores: 500-600'.
Nosotros habíamos
acordado un código muy sencillo que era 500 el Che Guevara, 600
muerto, 700 vivo. Le pido que lo repita otra vez y me confirman
otra vez '500-600'.
Luego viene de regreso
el coronel Centeno que había ido al frente de operaciones, donde
todavía se estaba escuchando el combate. Lo llamo aparte, le
digo 'mi coronel, hay órdenes de su gobierno de eliminar al
prisionero. Ahora, la órden de mi gobierno es tratar de
mantenerlo vivo a toda costa. Nosotros tenemos aviones,
helicópteros disponibles para llevarlo a Panamá para
interrogatorio'.
O sea que ¿no lo iban a
matar?

Rodríguez trabajó para la CIA en varios operativos
anticomunistas.
Creo que el interés de
nuestro gobierno era porque ellos sabían las discrepancias que
había entre el Che Guevara y Fidel Castro por su alineación con
la China comunista y pensaban que eventualmente él iba a
cooperar.
Pero el coronel me dice
'mira Félix, sabemos que hemos trabajado contigo, te agradecemos
mucho tu ayuda, hemos trabajado empíricamente, pero son ordenes
del señor presidente, el señor comandante de las fuerzas
armadas. Si yo no cumplo, me botan deshonrosamente'.
Miró su reloj y me dijo
'tienes hasta las dos de la tarde para interrogarlo. Yo quiero
tu palabra de caballero que a las dos de la tarde tú me traigas
el cadáver del Che Guevara. Y lo puedes ajusticiar en la forma
que tu quieras porque sabemos el daño que le ha hecho a tu
patria'.
Entonces le dije 'mi
coronel, trate de hacerles cambiar de idea porque es importante,
pero si no hay una contra-orden yo le doy mi palabra de hombre
que yo le llevo el cadáver del Che'.
¿Qué pasó después?
Entonces, ahí empecé a
esperar a ver qué pasaba. Alrededor de las doce y media viene
una persona, creo que es una muchacha con un radiecito portátil
en la mano, me dice 'mi capitán, mi capitán, ¿cuándo lo van a
matar?'. Le digo, 'señora, ¿por qué usted dice eso?'. Me enseña
la radio y me dice 'la radio está dando que ya murió de heridas
en combate'.
Entonces, cuando ella me
dijo eso ya sabía que no había una contra-orden. Ya la decisión
definitiva había sido tomada por el gobierno boliviano. Entro a
la habitación, donde él estaba sentado, me le paro en frente, le
digo 'Comandante, lo siento, yo he tratado, pero son órdenes
superiores'.
Él entendió
perfectamente lo que estaba diciendo. Se puso blanco como un
papel. Yo nunca vi una persona que pierda la expresión de la
cara como lo hizo, pero a su vez me dijo 'es mejor así, yo nunca
debí de haber caído preso vivo'.
¿Le dijo algo más?
-Y entonces le dije,
'sargento, hay órdenes de su gobierno de eliminar al prisionero.
No le tire de aquí para arriba. Tírele para abajo porque se
supone que son heridas de combate'. Murió de heridas en combate.
Le digo que si puedo
hacer llegar un mensaje para su familia, si quiere mandar a
decir algo. Dice 'bueno, si puedes -así en una forma sarcástica-
si puedes dile a Fidel Castro que pronto verá una revolución
triunfante en América'. Como diciendo, 'me abandonaste, pero
esto va a triunfar'.
Y después, ya cambió la
expresión y me dijo 'y si puedes dile a mi señora que se case
otra vez y que trate de ser feliz'.
Fueron las últimas
palabras de él. Vino, me dio la mano, me dio un abrazo, se paró
en atención pensando que era yo el que iba a tirar. Yo salí de
la habitación. Estaba llena de soldados y ahí estaba el sargento
Mario Terán.
¿Habló con Terán?
Yo le dije 'sargento,
hay órdenes de su gobierno de eliminar al prisionero. No le tire
de aquí para arriba. Tírele para abajo porque se supone que son
heridas de combate'. Murió de heridas en combate. 'Sí mi
capitán, sí mi capitán', respondió.
Y de ahí me retiré al
puesto del telegrafista, donde había un banco largo. Era la una
de la tarde y entre una y diez a una y veinte, se oyó la ráfaga.
Después me contaron,
porque yo no estaba presente, que cuando él entró le dijo 'Che
vengo a hablar contigo'. Y él le respondió, 'no seas hijueputa
que sé que vienes a matarme, pero quiero que sepas que vas a
matar un hombre'.
Y ahí entonces le tiró
con una carabina M-2 automática.
¿Y cumplió usted después
con el encargo de entregar el cadáver del Che a las autoridades
de Bolivia?
Bueno ahí al poco rato
bajó el capitán Gary Prado y el capitán Celso Torrelio y
entramos los tres en la habitación. El cadáver estaba boca
arriba y tenía la cara manchada de fango, posiblemente se manchó
al caer al piso, ya que era un piso de tierra, de fango y
húmedo. Y de ahí entonces uno de ellos dijo 'hemos acabado con
las guerrillas de América Latina'.
Y le dije 'mi capitán,
si no las hemos acabado, por lo menos las hemos demorado por
largo tiempo'.
Fuente: BBC Mundo
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