Opinión

 

DE LAS CATACUMBAS A LA PRESIDENCIA DEL PARAGUAY
 

La noticia es conocida: Fernando Lugo, ex obispo católico, será el próximo presidente del Paraguay luego de ganar las elecciones con el 40.8% de los votos.

Washington y el Vaticano no lo podían creer.

Tampoco Fidel Castro, político sagaz y bien informado. El mismo día de las elecciones daba por seguro que el fraude convertiría en tragedia la victoria de Lugo:”en los próximos días, los pueblos de América Latina están a punto de afrontar dos tragedias: la de Paraguay y la de Bolivia. (…) Una de ellas por las elecciones que tienen lugar hoy domingo 20 de abril, donde un antiguo obispo católico cuenta con la mayoría abrumadora del pueblo, según encuestas serias, y es seguro el rechazo a un fraude electoral”.

Y es que todo se armó muy rápido -en apenas un año alistó su candidatura presidencial-; además, la derecha participó dividida, con dos candidatos, que juntos sumaron más del 52% de los votos.

Perseguidos su padre y sus hermanos –apresados y torturados- por la dictadura de Stroessner, imposibilitado de ejercer sus derechos democráticos, Fernando Lugo encontró refugio en la Iglesia Católica para llevar adelante su vocación de servicio al prójimo y su opción preferencial por los pobres (teología de la liberación).

La llegada de Karol Wojtila a la jefatura de la Iglesia Católica en 1979 y de los gobiernos Reagan y Bush, obligan a muchos sacerdotes partidarios de la teología de la liberación, muy activos entonces en los movimientos sociales de pobladores en Nicaragua, El Salvador, Perú, Ecuador y Brasil, a vivir su fe liberadora en la clandestinidad, en las catacumbas de su sacerdocio al servicio de aquellos y aquellas crucificados en la exclusión y en la pobreza.

En 2004, diez años después de haber sido nombrado obispo de la diócesis de San Pedro, es “descubierta” su cercanía con la teología de la liberación y destituido. Prosigue su labor entonces como párroco hasta diciembre de 2006, cuando, al presentarse la oportunidad de construir una alianza patriótica para el cambio, solicita ser tenido como laico para encabezarla.

El resto es hoy historia.

Activa en las catacumbas, muchos la dieron por muerta, otros desaparecida; sin embargo, la teología de la liberación reaparece hoy viva y triunfante en Paraguay. El desafío que plantea al Vaticano y la ilusión que despierta en su empobrecido pueblo son enormes y complejos.

Fernando Lugo aprendió a luchar y ha luchado siempre en condiciones adversas, muy difíciles. Las que deberá afrontar ahora como presidente del Paraguay lo son también.
Reclamará de él sabiduría, paciencia y buenas alianzas.

Le deseamos mucha suerte al hermano y compañero Fernando Lugo y toda nuestra simpatía.
 

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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