Opinión
 

EL GOBIERNO DE LA COMUNIDAD

Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 06 de Mayo de 2009

Ya hace siete años que las organizaciones de la sociedad civil y el pueblo de San Francisco de Macorís dedican un día del año a “respirar aire no contaminado”. Ese día —que esta vez fue el pasado domingo, 3 de mayo— prácticamente no transitan vehículos y buena parte de las calles son espacio para bicicletas y gente que camina y disfruta.

Todavía no hay una decisión municipal que institucionalice la iniciativa, pero eso es lo de menos porque las propias organizaciones sociales y la comunidad en general han asumido el reto y lo han cumplido año por año.

Por otro lado, en Cotuí, Fantino y Maimón tuvo lugar el pasado domingo un ensayo de plebiscito en que con la asistencia de la Junta Central Electoral y el apoyo económico de la embajada de Canadá se convocó a la población a decidir sobre sus respectivos planes de desarrollo municipal hasta el 2013.

No importa cuán modestas sean tales actividades, lo importante es que en ellas los pueblos empiezan a ejercer un nuevo tipo de gobierno; el que necesitamos hace mucho tiempo: el gobierno comunitario e institucional, que es el verdadero gobierno.

Porque ningún hombre puede sustituir al pueblo. Ningún líder, por “iluminado” que sea, sabe más que el pueblo unido ni puede decirle al pueblo lo que éste sabe y tiene que hacer, y ninguna iniciativa que excluya al pueblo y a sus organizaciones podrá fructificar.

Todo lo contrario, por la vía de menospreciar a las comunidades y a sus instituciones y de intentar sustituirlas con engendros mesiánicos, vulgarmente clientelistas, verticales, autoritarios, excluyentes y carentes de toda transparencia, no hemos hecho mas que desarticular la sociedad, alimentar la corrupción e instalar un nuevo tipo de despotismo.

Las iniciativas populares de San Francisco, Cotuí, Fantino, Maimón y otras tantas comunidades del país marcan el paso; señalan el camino a seguir para saltar por encima de los personalismos que inducen al adocenamiento y la corrupción y para dar paso a las instituciones y a las comunidades que son las que deben gobernar.

Sólo el pueblo organizado puede hacer que funcionen las instituciones y los gobiernos. Sólo el pueblo organizado puede hacer avanzar a éste y a cualquier país y sólo la participación REAL, no instrumentalizada, no inducida, del pueblo puede garantizar el éxito de cualquier iniciativa.

Lo demás es improvisación pura. Es sustitución del pueblo y es el caldo en que crecen todas las lacras de la sociedad. Se impone, por tanto, que avancemos cada vez más hacia la organización de todas nuestras comunidades para el auto-gobierno, para la auto-gestión, y para la articulación –siempre que se pueda—Estado -sociedad sin las mediaciones maliciosas que sólo buscan beneficios politiqueros.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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