Opinión

 

EL INCUESTIONABLE PODER DEL DESARROLLO HUMANO

Viernes 30 de Mayo de 2008

Cada vez menos personas e instituciones creen en las cifras oficiales, entendidas éstas como indicadores de éxito o fracaso de las políticas públicas. Las mentiras oficiales sirven para apuntalar esfuerzos propagandísticos, tal como acaba de revelar Scott McClellan, ex –portavoz del Gobierno Bush (2003-06) o para encubrir insuficiencias.

El descreimiento es un fenómeno mundial que expresa la desconfianza y decepción de los ciudadanos y ciudadanas frente a los poderes político, religioso y empresarial. El presidente francés Sarkozy se quejaba hace unos meses de los inconvenientes que provocaba tal estado de ánimo en los franceses y, para revertirlo, contrató a Joseph Stiglitz y a Amartya Sen, para que trasladaran su ganada credibilidad a las cifras oficiales francesas .

Desde hace mucho tiempo se sabe que poner nombre a las cosas y fenómenos – eso que se llama nombrar- es un poder inmenso; más aún tiene ponerle número.

De tanto ver televisión, leer novelas, cuentos y ojear periódicos, sabemos que mientras más aparentemente precisos sean los datos y hechos que se ofrezcan, más verosímil es la historia.


El jueves en la noche, en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD-, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, una de las agencias del Sistema de Naciones Unidas, presentó el Informe sobre Desarrollo Humano, República Dominicana 2008, bajo el título “Desarrollo Humano, una cuestión de poder”.

La investigación estuvo coordinada por el economista dominicano Miguel Ceara-Hatton. Contó con la colaboración de la también economista española, Rosa Cañete Alonso y de investigadores dominicanos como César Pérez, Isidoro Santana, Ramón Tejada Holguín, Juan José Espinal, Indhira de Jesús y la chilena Lucero Quiroga.

Del prólogo, copiamos:

“El desarrollo humano es la ampliación de las libertades reales que tienen las personas para elegir lo que valoran en la vida.

“La ampliación de las libertades reales depende del acceso a las oportunidades, tanto en el inicio de la vida como a lo largo de ella, ya que, por ejemplo, no tener acceso a una nutrición o a una educación adecuada a temprana edad puede afectar las posibilidades de lograr las destrezas necesarias para tener una vida satisfactoria.

“En una sociedad como la dominicana, de gran inequidad social, económica e institucional, el acceso a las oportunidades está determinado por el poder individual o del grupo al que se pertenece. Esto se debe a que la sociedad no es capaz de garantizar a la ciudadanía un mínimo de capacidades y oportunidades; de forma que se garantice que el resultado en la vida esté determinado por el esfuerzo y no por la clase social, el lugar, o el sexo con que se nace.

“Lo dramático de esta situación en el país es que, a largo plazo, la inequidad en las oportunidades no ha sido consecuencia de la falta de recursos económicos, sino resultado de malas decisiones de quienes han tenido el poder para decidir como gastarlos.

“Por todo esto, el desarrollo humano es una cuestión de poder.

“Las libertades reales están asociadas a las capacidades que tienen las personas para poder elegir. Esas capacidades se portan individualmente, ya que es la persona quien está nutrida, quien tiene salud, quien ejerce sus derechos; sin embargo, muchas capacidades se construyen socialmente, por cuanto dependen del sistema educativo, del sistema de salud, de que exista un pleno estado de derecho, etc. Más aún, las personas viven en sociedad y, por lo tanto, las relaciones interpersonales son parte de su bienestar. Así, para explicar el nivel de desarrollo no basta con valorar las capacidades y logros individuales, sino que son necesarias las capacidades y los logros sociales.

“En una sociedad con un estado de derecho deficiente, sostener las condiciones que amparan las capacidades individuales depende de las capacidades sociales, porque el simple cambio de un funcionario público puede borrar los logros conseguidos en materia de acceso a oportunidades. Solamente una población empoderada, que ejerza sus capacidades individuales y sociales, puede ser la garantía del estado de derecho.

“Por otra parte, si quienes se desarrollan son las personas, estamos hablando de sujetos específicos que viven en situaciones y circunstancias concretas, en un espacio y en un tiempo determinado, y ello nos remite a la dimensión local y territorial del desarrollo.

“En esta perspectiva, el bienestar de las personas es el fin del desarrollo, lo cual nos remite a un compromiso ético, en donde el campo de evaluación del éxito de las políticas, las instituciones y la economía es determinar cuanto mejor viven las personas, no en abstracto sino en lo concreto; lo cual incluye las relaciones interpersonales y la forma de inserción de éstas en la sociedad.

“Este Informe sobre Desarrollo Humano República Dominicana 2008: ‘Desarrollo humano, una cuestión de poder’ pretende conjugar estos tres aspectos del desarrollo: el poder, la dimensión social de las capacidades y el empoderamiento, así como el componente local del desarrollo. “

Hasta aquí los párrafos iniciales del prólogo.

Invitamos a nuestros lectores y lectoras a leer y estudiar este singular y riguroso aporte que permitirá evaluar y rediseñar las políticas públicas en República Dominicana.

Desarrollo Humano, una cuestión de poder. Informe sobre Desarrollo Humano, República Dominicana.

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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