Opinión

 

LÁPIZ Y PAPEL

Por: Rafael Sánchez Cárdenas
Viernes 16 de Enero de 2009

En cualquier ciudad moderna la policía consagrada al control del tránsito procuraría, ante todo, garantizar un flujo continuo, rápido y seguro del parque vehicular en marcha. Para evitar el caos y la fatiga del ciudadano por el simple tránsito. Los fines ciudadanos son el trabajo, la escuela, el hospital o el ocio merecido, tal vez. No los “tapones” en nuestras vías.

La actitud de la autoridad de tránsito, en la esquina o carretera, debería estar enfocada en proveer a la ciudadanía el encanto del orden y racionalidad en la circulación, por un lado, mientras otros agentes atienden y persiguen la infracción. El estancamiento y el desorden generan ansiedades innecesarias y de allí el impulso a salir, a como sea, del atolladero. Más complejidad y violencia incubada. Un gasto evitable, en tiempos de combustibles caros.

Fluidez, seguridad, y sanción de la infracción. Trillizas imprescindibles del control policial de la vía.

Para asombro de todos, las cosas parecen cojear. AMET se consagra en estos días a una actividad recaudadora, en lo esencial. Pueden verse en las esquinas de la ciudad. En trulla. Con su libretita y blandiendo el lápiz. Fije su atención en ellos. La actitud, frecuentemente, no es la buena marcha del tránsito, sino la consecución de la infracción. Tienen metas, líneas que cumplir. Se dice que deben reportar, diariamente, 20 infracciones cada uno. Las violaciones de las normas del tránsito son una de nuestras mejores industrias. Sin dudas. Y deben ser penalizadas.

Inquieta la despreocupación de los agentes por la fluidez debida en la vía. Tanto tiempo y recurso se desperdician por falta de atención adecuada de las intersecciones, que pueden hacer del lápiz y papel una impertinencia.

Garanticemos el buen flujo del tránsito y su seguridad, que allí perdemos más que lo recaudado en multas.

Prioricemos las metas del control policial diario del tránsito, que faciliten el desarrollo de agentes bien enfocados en las necesidades ciudadanas de este servicio.

Lápiz y papel para la infracción, pero recordemos que los infractores son los menos.

La gran masa de conductores se ahoga en la angustia del tollo.

Y a todo ello: ¡Traigan 20 y este cuento se acaba! Así no, por favor.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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