Opinión
     

 

LOS BOTICARIOS DE MOCA (2/2)

Por: Rafael Sánchez Cárdenas
Viernes 27 de Febrero de 2009

A medida que pasan los días la opinión pública, esquiva, empieza a oír y ver datos e informaciones sobre el comercio de medicamentos verdaderamente insólitos. En ellos se puede encontrar esa mezcla, alquímica, de ignorancia sobre el con qué se negocia, más clamores de la pobreza, la política, la religión y un gran desenfado.

Se pretende hacer creer, que el inteligente pueblo mocano apoya, mayoritariamente, lo que allí se practica como farmacia. Oiga usted: “Puestos de Medicina”. Con asociación y todo son 196 afiliados. El número crece. Pero han aportado informaciones interesantes sobre italianos, damas, laboratorios de falsificaciones en Haina, importaciones a través del Ferry Mayagüez-Santo Domingo y el camioncito rojo frente al correo. Como plataneros.

Unas cincuentenas marchando por la Sagrado Corazón de Jesús defienden su alquimia. Rogelio, afanoso y sincero preocupado por la pobreza, reconoce que hay en Moca  laboratorios que hacen algunas “vainitas por ahí, agachá”(Clave). La manufactura irregular  existe allí. Enana, tal vez, pero funcionando. Es voz de pueblo.

Algunos hablan hasta de estudios médicos y de experiencias ganadas al calor del “desenvolvimiento” diario. Las secuelas de la mala práctica, como esta, nadie las conoce. Se pierde en la confusión reinante. Si operan cabalmente, a medias o son auténticos placebos. No pensemos en Sinencio Jiménez Amaro, el fallecido de Tamboril, que es el extremo trágico de este desorden. Sino en los vivos sufrientes y amenazados.

Salud Pública nos habla de gammaglobulina antitetánica, de origen indio, producida por el laboratorio Rambaxi Ltda. Y tenemos relaciones con la India. ¿Quién la importa?. ¿Reúnen esos laboratorios los requisitos y seriedad para la comercialización nacional?. ¿Cuál es el crédito de esos laboratorios?.

Debemos exigir certificaciones oficiales de registro a cada laboratorio que pretenda exportar a nuestro país. Esté donde esté. Pero, igualmente, controlar la importación de medicamentos. Es decir, regular cada paso del proceso y su distribución. La libertad de comercio no puede proscribir las normas y parámetros dentro de los cuales se ejerce el negocio. El interés público se impone.

La gravedad de esta situación tiene en el Ministerio al gran responsable. Histórico, que no es sólo de la actual dirección. La salud pública se ha convertido en un elefante difícil de cargar, como tantos otros servicios públicos. Su operación cotidiana, el día a día, carece de mística, vocación de servicio. Supervisar farmacias e importaciones no es labor de operativos de ocasión. Es procedimiento continuo, metódico, por partes o territorios determinados. La inspección convertida en hábito.

Parece haber más “puestos de medicinas”, que de víveres y pollos. ¿Quién y cómo surte los “puestos”? ¿Con cuáles medicamentos?. Una inspección eficaz y metódica debe identificar a los suplidores, laboratorio o importador de medicinas.

La comunidad precisa medicamentos baratos y variados. Como los genéricos, que satisfagan la demanda de la enorme franja de la pobreza. Una política diseñada en esa dirección bien pudiera armonizar el interés privado en el multimillonario negocio y la necesidad ciudadana y del Ministerio. Tal vez de este modo los aguzados boticarios mocanos encuentren cauce regulado a su inventiva comercial. Y el bautizo de Rogelio.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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