Opinión

 

LOS CIUDADANOS OPINAN

 
Por: Roberto Rodriguez Marchena
Viernes 05 de Diciembre de 2008

Varias personas han escrito para compartir sus opiniones sobre  La desconcertante prohibición de Interior y Policía (Perspectiva del Día 28/11) y Trompos que ensucian Santo Domingo (Perspectiva del Día 1/12). Unas lo han hecho al blog Perspectiva del Día que animamos Ramón Tejeda y yo; otras han preferido hacerlo a mi dirección electrónica.

Honnibelle Rodríguez Polanco, cuya familia al parecer es propietaria de una tienda de licores (liquor store), lamenta no tener “la oportunidad de aprovechar esta fecha de tanto consumo” afectada por la restricción del horario; aunque Interior y Policía anunció su disposición a reunirse (hoy jueves) con los dueños de colmadones y otros, flexibilizar la disposición si éstos garantizaban orden y tranquilidad a los vecinos y vecinas. Explica Honnibelle que hay que “entender que los negocios de este tipo aprovechan esas fechas para sacar un 100 % de las ventas y poder cubrir gastos que en fechas normales no cubren.”

Emma (no reveló su apellido) pregunta: “¿Quién le va a quitar las armas a los delincuentes?” En su segundo comentario sobre el tema critica el spot de televisión de Interior y Policía y la división que allí se hace de “delincuentes” y “sociedad”.

Diógenes Aybar, doctor en química y una de las mentes más brillantes que tiene la República Dominicana, sugiere “al secretario de Interior y Policía releer los resultados de la encuesta que muestra, y plantearle a la empresa encuestadora que le haga una estratificación de las muertes, no sólo en función de cuales fueron producidas por delincuentes y cuales fueron producidas por personas “normales”, sino que contemple: a) porcentaje de esas muertes que fueron producidas por policías o militares en disputas personales de cualquier tipo; b) porcentaje que fue producido por enfrentamientos de delincuentes con la Policía; c) porcentaje que fue producido por enfrentamiento entre civiles y delincuentes; d) porcentaje producto de un acto delincuencial; e) porcentaje producido por ciudadanos normales (civiles) provocados por disputas personales de cualquier tipo.”

Para David Arias Rodríguez, el Estado dominicano “penaliza a las victimas (…); no quieren que la gente se proteja pero tampoco protejen.”

Sobre los camiones concreteros o trompos que van por avenidas desparramando concreto sobre el asfalto sin advertir ni reparar el daño, Rita Cabrer escribe: “Transito por la Ave. A. Lincoln a diario y  precisamente hoy cuando venía para mí casa pensaba ¿a quién puedo enviar mis observaciones para evitar a tiempo que este hermoso entorno se contamine?

“En la Lincoln y las calles aledañas que están siendo  asfaltadas y remozadas están apareciendo de nuevo los pedigüeños haitianos, los vendedores de frutas y vegetales, las camionetas con megáfonos que compran todos los hierros viejos y robados. En la esquina G. M. Ricart con Lincoln, se estaciona una camioneta con un mercadito de frutas y ahí mismo una fritura en plena acera; ahí está una construcción, los escombros de construcciones como usted bien señala y lo que es peor, he observado que los negocios que se han instalado en estos repartos residenciales no tiene el espacio requerido que manda la ley para sus parqueos y ahora que el tránsito por esas calles pudiera ser más fluido y ligero se encuentra taponado porque las calles y las aceras de Piantini, Paraíso y Evaristo Morales están siendo utilizados como parqueos de los negocios. Espero que mis observaciones sirvan para llamar la atención a las autoridades correspondientes en el Ayuntamiento y de Amet.”

Y para terminar el comentario de Amaury Hernández Veras, quien cuestiona mi satisfacción por el crecimiento vertical de la ciudad y pregunta por quiénes viven en esas torres, por quiénes viven en esos apartamentos, que muchas veces permanecen vacíos y “que en ocasiones resultan ser mas caros que un apartamento en una ciudad de Estados Unidos, como Miami por citar un ejemplo. Nuestra ciudad crece, pero ¿sustentada por quién o para quién?”

Muestra democracia ha sido calificada de restringida, tutelada, espasmódica, formal y autista, entre otros, para ilustrar grandes insatisfacciones.

Al recibir y leer los comentarios que a diario hacen los lectores y lectoras de Perspectiva Ciudadana, me convenzo de que la nuestra es una democracia en sordina, para nada audible, que no oye a sus ciudadanos y ciudadanas.

La democracia ha venido ser una suerte de película a la que han puesto en sordina (en mute, diría otro): los actores están ahí, los vemos que hablan, viven, sienten, padecen, pero nada ni nadie  escucha, ni los diálogos, ni la música, ni la vida que allí discurre ante nuestros ojos. ¿Por qué?

Va a ser preciso que los ciudadanos y ciudadanas tomemos el control y quitemos la sordina (el mute) para que podamos todos escucharnos, explicarnos y entendernos. A partir de entonces, me parece, la solución a muchos problemas será más fácil y compartida.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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