Opinión

 

LOS PROBLEMAS (Y LAS SOLUCIONES) SON NUESTROS, NO AJENOS
 

República Dominicana.-Los alimentos y las medicinas suben más un 10, 15 y 20% en los primeros tres meses del año. La gente está sorprendida, molesta y angustiada porque los nuevos precios le imponen mayores privaciones.

¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno dominicano?

Primero, negarlo (“especulaciones periodísticas”, dice Industria y Comercio; “no se justifican las alzas, hay abundante producción, dice Agricultura) o, si resulta imposible, sostener que no es nada grave (2.71% inflación del primer trimestre, informa el Banco Central).

Sucede que lo dicho por las instituciones gubernamentales resultó absolutamente insatisfactorio y no logró revertir la percepción ciudadana de que efectivamente todo está más caro y que el dinero alcanza para menos.

Entonces, para ganar tiempo (las elecciones están ahí, a pocos días), la respuesta fue prometer investigar (“se hará un recorrido para ver si lo que se dice es cierto y diremos qué hemos encontrado”, anuncia Industria y Comercio) y, como el tiempo apremia, tranquilizar a los más hambrientos (“4 millones de pollos a 29 pesos la libra y abastecimiento full de las plazas agropecuarias”, promete Agricultura).

Del prometido informe de Industria y Comercio, nada. Y de las plazas agropecuarias, como se sabe, su impacto ha sido marginal. Son los colmados y supermercados las vías habituales de abastecimiento de las familias dominicanas.

El hecho es que todo sigue más caro y, en vez de un problema (altos precios), ahora son dos: la población percibe que las autoridades no dan pie con bola, no logran bajar los precios.

Así, de mal en peor, este fin de semana, los funcionarios y sus colaboradores en los medios de comunicación lanzan un tercer intento para apaciguar los ánimos:”los precios han subido, mucho en algunos productos, admiten, pero no es culpa del Gobierno del Presidente Fernández.” Lo que es cierto…sólo en parte.
Indiscutiblemente que es un paso de avance el que lúcidos e influyentes funcionarios del gobierno y sus colaboradores en los medios de comunicación descarten la provocación y la insensatez de otros funcionarios que intentaron negar la realidad o pretendieron revertirla persiguiendo supuestos comerciantes especuladores y vendiendo pollos y víveres por debajo de su precio en plazas agropecuarias.

Es cierto, como afirman ahora, que las políticas públicas y la gestión del Gobierno del Presidente Fernández nada tienen que ver con que el dólar se haya devaluado y en consecuencia haya disparado los precios del petróleo y de los cereales; tampoco tiene nada que ver con que agricultores norteamericanos, brasileños y europeos estén sembrando granos y caña para convertirlos en combustibles y no en comida. Culpa ninguna tiene el Gobierno actual de que a chinos, hindúes y asiáticos les vaya mejor y ahora puedan comer tres veces al día “con grasa”, es decir, más cerdo, más pollo, más arroz, más pastas. El gobierno dominicano nada tuvo que ver con la sequía australiana ni con la decisión de los gobiernos chino y vietnamita de reducir sus ventas de arroz, de soya y de trigo.

Todo eso es verdad.

Ahora, las debilidades evidentes de la agropecuaria dominicana que la incapacitan para garantizar la seguridad alimentaria de todos nosotros y nosotras, existían y venían acumulándose desde hace mucho tiempo por los tantos errores, malas e insuficientes políticas de los gobiernos dominicanos desde los doce de Balaguer hasta los ocho de Fernández. Culpas han sido de los gobiernos nacionales, no de gobiernos o de capitales extranjeros el haber expuesto o mantenido a nuestro país en tal vulnerabilidad alimentaria.

Recordemos nada más de aquellos gobiernos de Balaguer la reforma agraria contrainsurgente (modelo USA aplicado en Vietnam del Sur) y politiquera, descuartizadora del campo y que no acabó con el endemoniado latifundio, el no mantenimiento de los canales de riego, expolio y monopolio en agroquímicos, corruptas gestiones en el Banco Agrícola, los impuestos perversos a la exportación de Jorge Blanco, las altas tasas de interés prohibitivas de los bancos privados, la corrupción en el INESPRE, las importaciones sorpresivas y dañinas, los impuestos hasta hace poco a la importación de maquinarias e insumos agrícolas, el maltrecho y poco esfuerzo con los invernaderos y la disminución de los préstamos de la banca múltiple a la producción agropecuaria (7,019 millones de pesos en 2006 a 5,305 millones de pesos en 2007).

La economía de la República Dominicana ha crecido en los últimos años más que ninguna otra economía latinoamericana, pero ha sido incapaz, por falta de políticas públicas efectivas y comprometidas, de mejorar los ingresos de la mayoría sus ciudadanos y ciudadanas, a través del empleo, del fomento de las micro, pequeñas y medianas empresas, de educación gratuita de calidad, de cobertura de salud gratuita y de calidad y ha ignorado las necesidades de dinero fresco y barato para impulsar la producción agropecuaria.

Decir que el gobierno actual no tiene la culpa de los altos precios de los alimentos y las medicinas no resuelve el problema que ya tenemos encima, ahora agravado por los inconvenientes que nos vienen desde fuera.

¿Por qué no admitir que el problema es nuestro y que han soluciones que sólo aguardan voluntad política para aplicarlas?

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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