Opinión

 

MATERNIDAD PREMATURA

 

 

Roberto Rodriguez-Marchena
Viernes 5 de  Septiembre
de 2008

Quedar embarazada, para una adolescente, es una desgracia en gestación. Más aún si es pobre.

Se expone a intentar una interrupción riesgosa del embarazo, a ser expulsada o a abandonar la escuela y a la marginación social y familiar. Le amenazan la hipertensión arterial, infecciones urinarias y que su bebé  nazca con bajo peso, con toda la secuela de complicaciones futuras que acarrea para su salud.

Embarazo a destiempo: la adolescente no ha madurado física ni emocionalmente para tener y criar un hijo. Inserción laboral prematura: No ha alcanzado ella (y tampoco su pareja si es otro adolescente) la formación y capacitación que le permita cotizarse bien en el mercado laboral y devengar buen salario. Dos o tres vidas verán afectadas o truncadas -para siempre- las posibilidades de acceder a los bienes culturales y materiales que les provean una existencia digna.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas –ONE- el 17% de las adolescentes dominicanas entre 15 y 19 años son madres. La fecundidad pasó de 86 a 116 por cada mil adolescentes. En los primeros siete meses de este año se registraron, en La Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia de la capital, 1,742 embarazos de adolescentes.

Algunos ignorantes culpan de esta situación a los medios de comunicación, la televisión, Internet, la “cultura light” de estos tiempos y a las madres que, ocupadas en trabajar, no cuidan de sus hijas ni monitorean sus salidas y compañías. Pero, resulta que en tiempos de los tatarabuelos, bisabuelos y abuelos era peor. Las casaban -se las llevaban- niñas y parían adolescentes. Lo que hoy nos asombra y preocupa, entonces lo llamaban costumbre.

Ahora el drama del embarazo de las adolescentes convoca la conciencia ciudadana pues la sociedad dominicana  ha reconocido el derecho de las niñas y adolescentes a ser en su vida adulta mujeres plenas, con acceso a la educación, al trabajo, y a tener una salud sexual y reproductiva sana.

En los liceos públicos dominicanos se imparte algo parecido a educación sexual y reproductiva (formación humana) y los orientadores ofrecen asistencia a la joven necesitada; existe el Código para la Protección de niños, niñas y adolescentes que prohíbe la expulsión del aula o cualquier discriminación a la adolescente embarazada.

Pero hay que ir más allá. Los padres supliendo las deficiencias de la educación y salud pública, esforzándose por inculcar valores que permitan a las jóvenes manejarse con éxito y el Estado en proveer mejor y mayor información de los peligros, casi siempre irremediables, de la maternidad prematura.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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