Opinión
 

PAGANDO EL PRECIO

Por: Rafael Sánchez Cárdenas
Viernes 24 de Abril de 2009

La reforma constitucional ya tiene, virtudes y desgracias aparte, un mérito notable. Ha dejado en pelotas, apenas iniciada, a partidos políticos, iglesias y dirigentes. Para lograr cada uno su propósito se ha puesto a la vera la tolerancia y respeto al pensar ajeno, los fundamentos político-ideológicos que dan sentido, los métodos primigenios de trabajo y hasta la naturaleza política del hacer parlamentario. Los unos convertidos en lobos o en zorritos. Los más en monaguillos en bautizo de confirmación. Y en medio de todos, una luz.

Minou Tavárez Mirabal y Víctor Terrero han sido víctimas preciadas de la intolerancia, tratados como vampiros sedientos de sangre de embrión. Como promotores febriles de abortos y crímenes incontables. Todo un abuso.

Al día de hoy no se conoce una sola propuesta de despenalización o desregulación absoluta del aborto en la Reforma. Pero la hoguera está encendida.

Lo que con legítima y fundada razón planteaban estos dos eminentes diputados es, más que atendible, una urgencia legislativa ante el extremismo. Los resultados de esta medida no tardarán en verse en el día a día de una población indefensa y ahora confundida.

Pero hay más. Un partido que carga una historia de graves dificultades para acordar, si es que acuerda, la más nimia línea de comportamiento político, por primera vez, aparece ante la Asamblea alardeando, cual bufón, una disciplina de la cual ha carecido siempre. E incitando a la iglesia a mirar a los atrevidos. ¡Qué gran labor socialdemócrata!. Y ahora como monaguillos… ¡Pobre de Peña!

El Anteproyecto de Constitución, nacido de la comisión nombrada a tales fines, fue entregado al Ejecutivo y modificado por éste en varios puntos. Pero he aquí la contrapartida Morada del comportamiento del Blanco. El partido de la disciplina, casi por antonomasia, aparece ante las cámaras desunido. ¿Qué habrá pasado?. Hasta donde se sabe el PLD no discutió el proyecto, como era de esperar. ¿Qué pasó para que sus Comités Político y Central no conocieran, discutieran y fijaran la posición oficial del partido ante un proyecto de tanta trascendencia nacional? ¿Por qué obvió el método de unificación de criterios, del que tanto ha presumido, y ante el barullo, nombró una comisión para hacer con los legisladores lo que es atribución del Comité Político, del Comité Central y hasta de las bases?

Sin dudas, el ser institucional de los partidos repta. Y en el caso peledeísta, los organismos han sido sustituidos por personas. El interés individual sobre el interés colectivo, como en los otros. La versión político-organizativa del liberalismo, a sus anchas. Codicia incluida.

Ahora bien, donde las cosas tornaron dantescas fue en aquella memorable “defensa de la vida” expuesta por los reformistas. Por suerte o sabichosería, aclararon, que hasta la muerte natural. La otra no es vida. Es incordio. Y todo aquello hecho con presunción de sacralidad. ¡Qué comedia!

La oposición con el Presidente, en bloque y reafirmándose.

¡Aquí hay un “fantasma” suelto!

            

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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