Opinión

 

SIN ESTRIDENCIAS, PERO CON FIRMEZA

Por: Ramón Tejeda Read
Jueves 05 de Febrero de 2009

Por mucho tiempo se nos vendió la historia de que el mercado se controla por sí solo y que el Estado no tiene nada que hacer allí y toda esa monserga.

Pero resulta que en Estados Unidos y Europa el Estado ha intervenido por años favoreciendo con subsidios multimillonarios a sus productores agrícolas y desdiciendo sus propias creencias sobre la auto-regulación del mercado.

En el actual desastre económico y financiero de nuevo el Estado  ha tenido que drenar los fondos públicos para favorecer con millares de millones a banqueros olvidados ahora de sus alegatos a favor de la no intervención del Estado en los asuntos del mercado.

Pronto ha quedado en evidencia la encuerez de aquellos alegatos. La realidad es que el Estado siempre ha intervenido en el mercado, el problema es que esa intervención sólo estaba bien cuando lo hacía a favor de los grandes capitalistas.

Hasta en países tan modestos como el nuestro se creía a pie juntillas en aquel sofisma de la no intervención del Estado en el mercado.

Hace sólo días que la dirección de Protección al Consumidor, cuando se le reclamaba que las materias primas bajaban de precio en el mercado internacional y en nuestro país ocurría lo contrario con el precio de los productos, decía que el Gobierno “no tiene cómo hacer que empresarios y comerciantes bajen los precios”.

Pues resulta que el Gobierno — el Presidente a la cabeza — fue con los números en la mano a reunirse con empresarios y comerciantes y de allí salieron rebajas para la leche en polvo (15%) y otros artículos de consumo, según se informó.

¿Se trata de una concesión de empresarios y comerciantes al gobierno o se trata de la admisión de que estaban vendiendo a sobreprecio?

Ojalá que todo no se quede ahí y que el Gobierno siga afinando la puntería y continúe ejerciendo la labor que le corresponde como administrador del Estado en beneficio de ciudadanos y ciudadanas.

Que si bien es cierto que el mercado como fenómeno social tiene sus leyes y procedimientos, no menos cierto es que abandonado a la lógica del capital — que es la del beneficio — es una verdadera desgracia para la ciudadanía.

El Poder en nuestra sociedad lo tiene el Estado, en primera instancia, y lo tienen los capitalistas. La ciudadanía no tiene poder, se supone que lo ha delegado en el Gobierno que ha elegido para que la defienda, como gerente que es del Estado.

Si el gobierno no ejerce ese deber de la mejor manera posible, sin estridencias, pero con firmeza, ocurre lo que vemos que ha ocurrido en Estados Unidos.

Allí, gobiernos irresponsables permitieron toda clase de tratativas a capitalistas y banqueros temerarios e indolentes y el resultado lo están pagando hoy decenas de millones de hombres y mujeres que han perdido su trabajo, y lo está pagando la humanidad que ha visto reducir dramáticamente sus posibilidades de producir riqueza y prosperidad.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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