Opinión
 

UN PROGRAMA SIMPLE

Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 07 de Octubre de 2009

En una carta de 1969 decía Bosch a un amigo que en República Dominicana se precisa de un programa de trabajo marcado por lo que él llamó las tres “ad”; esto es: “capacidad, austeridad y honestidad” y, advertía, “en ese mismo orden”.

Allí mismo señalaba Bosch la importancia del ahorro y del desarrollo del mercado nacional para conseguir crecimiento y desarrollo. Uno va de la mano del otro.

Hoy seguimos prácticamente anclados en el mismo sitio. Cuarenta años después. No puede ahorrar un pueblo con los niveles de desigualdad y miseria que padecemos.

Cierto que nuestra clase media, la pequeña burguesía, ha crecido en las últimas décadas. Pero el grillete que arrastramos no es pequeño.

La canasta familiar cuesta más de veinte mil pesos mensuales, pero el grueso de la población dominicana que trabaja apenas gana la mitad de eso.

¿Con qué se ahorra, entonces?

De paso, los pocos instrumentos institucionales de ahorro que poseemos, como los más de ochenta mil millones acumulados en las AFP, la ley actual los tiene aherrojados ganando intereses para sus administradores, principalmente, e imposibilitados para ser usados en el desarrollo del país.

Allí están, guardados, dando beneficios a pocos y sólo esperanzas a sus creadores y sostenedores, sobretodo por miedo a lo que pueda hacer el Gobierno con ellos.

En una conversación reciente con Gedeón Santos en el programa OJALÁ, indicaba éste que los taiwaneses ahorran el 25 por ciento y con ese 25 por ciento del ahorro y un rígido plan de desarrollo nacional en que nadie se atreve a improvisar, la otrora Formosa es, cincuenta años después, una potencia económica envidiable.

¿Y China? Todos damos por sentado lo del astronómico crecimiento económico de la China Popular como si tener una enorme población fuera suficiente para lograrlo.

En realidad, más de un pensador y analista de los asuntos internacionales resalta, en particular, el papel del ahorro y la planificación en el vertiginoso desarrollo de la China comunista.

Y no hablemos de los férreos controles institucionales puestos a la improvisación y a la corrupción estatales. Uno de los últimos mandatarios taiwaneses recientemente ha tenido que ver la cara terrible de la justicia y todavía no termina su vía crucis por cargos de corrupción.

“Capacidad, austeridad y honestidad”, advertía Bosch en 1969. Un programa simple al que todavía hoy debemos recurrir en procura de crear las condiciones necesarias para crear empleos, mejorar los ingresos de la población, incrementar el ahorro y lanzarnos hacia el progreso y el desarrollo reales.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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