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				EL PARTIDO REFORMISTA
				21 de Septiembre de 2008
				La época democrática de la República 
				Dominicana, conformada desde la caída del dictador Trujillo 
				hasta nuestros días, ha venido desenvolviéndose como una 
				confluencia de diversas fuerzas políticas. Así, el Partido 
				Revolucionario, el Partido Reformista y el Partido de la 
				Liberación Dominicana han servido de estandarte para la 
				consolidación de la democracia de nuestro país.  
				Cada uno, jugando un papel importantísimo 
				dentro de las exigencias que la historia les ha llamado a 
				cumplir, han servido para que nuestro país hoy día posea una 
				democracia que, si bien es cierto debe de mejorarse 
				continuamente, puede ser tildada de representativa y 
				participativa.  
				Todo esto se ha venido logrando porque 
				nuestra democracia fue concebida como una trilogía de fuerzas 
				políticas, y por supuesto, gracias también a la participación 
				activa de los partidos minoritarios que, de igual modo, han 
				tenido su índice de participación de carácter no menos 
				importante. Pero la República Dominicana se presta a enfrentar 
				el futuro de la nación bajo la confrontación de dos principales 
				fuerzas políticas, el PLD y el PRD. Y el Partido Reformista, 
				simplemente, ya no se encuentra en la arena del juego. Ha muerto 
				(o agoniza, en el mejor de los casos) un partido que, apenas 
				ocho años atrás, obtenía un 25% de las votaciones del electorado 
				dominicano.  
				Un partido que, todavía en la desinflación 
				que ha venido sufriendo a partir de dicho certamen electoral 
				hasta el presente año, tenía una aceptación muy valorada por el 
				pueblo dominicano en cada una de las provincias de la República. 
				Hoy, ese partido apenas posee un 5% del electorado dominicano, 
				convirtiéndose de facto en un partido de características 
				minoritarias. Gran parte de la culpa de esta situación se ha 
				venido atribuyendo a dos aspectos, fundamentarles: la 
				desorganización e incapacidad para la unificación de los líderes 
				posteriores tras la muerte del Dr. Balaguer y, al ánimo tanto 
				del PRD como del PLD de adquirir dicha porción electoral para 
				consolidarse políticamente, por otro.  
				Pero la causa la debemos encontrar en el 
				primero de los factores, necesariamente. Tras la muerte del Dr. 
				Balaguer, el Partido Reformista poseía (y continúa poseyendo) 
				figuras de una alta aceptación política a nivel nacional con la 
				capacidad suficiente para unificar el partido y sacarlo 
				adelante. No comparto la idea de que la debacle del partido 
				colorao’ se haya producido por la falta de un liderazgo que 
				tuviera la capacidad política del Dr. Balaguer (tras la muerte 
				del Dr. Peña Gómez en el PRD, y del Prof. Juan Bosch en el PLD, 
				ninguno de dichos partidos dejó de ser principal), sino que debe 
				atribuírsele a la falta de visión política de sus dirigentes y 
				la falta de táctica política en cada uno de los certámenes 
				electorales que se ha venido celebrando durante estos ocho años, 
				produciéndose una serie de desaciertos repetidamente.  
				El Partido Reformista debe creerse, además 
				de llegar a serlo, un partido que represente y ponga en alto, 
				(sobre todo por su historia) a esa gran cantidad de dominicanos 
				y dominicanas que toda una vida han creído en dicho partido, 
				pero no solamente para la supervivencia de dicha organización 
				política, sino para la supervivencia de la democracia 
				dominicana. Apenas nos adentramos hacia una época caracterizada 
				por el bipartidismo, y aunque dicha relación de fuerzas ha dado 
				resultado en otros países fuera del nuestro, para nosotros 
				representa un aspecto desconocido, ya que nuestra esencia 
				democrática está basada en una trinidad de fuerzas políticas, no 
				en el bipartidismo. Le queda poco, poquísimo, al Partido 
				Reformista por remontar. El pueblo espera por ellos, por el bien 
				de la democracia, por el bien del país. De no lograrse, que 
				corten cabezas dentro de casa, no fuera.  
				  
				
				El Autor es Abogado.
				
				  
					
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