La pobreza como estatus. 

Miércoles 22 de noviembre del 2006

La pobreza se profundiza más a medida que postergamos acciones para su reducción. La lista de problemas nacionales a resolver es amplia y las prioridades deben ser identificadas y atacadas de manera sostenible e inmediata. 

En octubre del 2000 cuando asistía como delegado a las Naciones Unidas para participar en “The Millennium Declaration of the United Nations: A Response from Civil Society” me detuve en la librería de la ONU y adquirí el World Development Report 2000/2001, cuyo esfuerzo fue dedicado ese año a la lucha contra la pobreza.

Recuerdo que dicho estudio recomendaba acciones en tres áreas: primero, promover las oportunidades, a través del crecimiento económico general, y sobre todo fortaleciendo los activos tangibles e intangibles, y propiciando retornos de los mismos por medio de acciones basadas en el mercado y otras no.

Luego mencionaba el fortalecimiento del “empowerment” o empoderamiento, haciendo las instituciones más receptivas a los pobres a través de la participación de los mismos en las tomas de decisiones, sin distinción de género, raza, religión o estatus social.   

Y por último, mencionaba el aumento de la seguridad, vista en su dimensión más amplia. Es decir, reduciendo la vulnerabilidad de los pobres ante las enfermedades, las crisis económicas, desastres naturales, violencia, falta de educación, etc.

Las tres acciones mencionadas anteriormente son tareas insatisfechas, y por tanto pendientes, dentro de la agenda de desarrollo nacional. La pobreza se profundiza más a medida que postergamos acciones para su reducción.

La lista de problemas nacionales que se han de resolver es amplia, y las prioridades deben ser identificadas y atacadas de manera sostenible e inmediata. 

Lamentablemente, el clientelismo político atroz ha convertido la pobreza en un estatus social, para poder acceder a servicios y beneficios bajo dicha condición.

Sólo la elaboración de un censo de pobreza y su revisión anual permitirá focalizar esfuerzos con miras a soluciones sostenibles a largo plazo.

Es por eso que creo que debemos cambiar la mentalidad del país en este sentido, y acogernos a la recomendación primera del World Development Report 2000/2001 y propiciar espacios de crecimiento económico general que toquen a todos los dominicanos y dominicanas.

Por tanto, los invito a reflexionar conmigo las posibles respuestas a las siguientes preguntas: ¿todos los usuarios de los hospitales no tienen la capacidad de pagar algo mínimo para su consulta? ¿todos los estudiantes de la universidad pública no pueden pagar créditos más altos? ¿todos los pobres no pueden pagar nada por el servicio de electricidad y agua y sumarse a campañas de racionalización de dichos servicios?¿podrían algunos ricos no aprovecharse de ventajas atribuidas a los pobres, y cumplir sus compromisos para que hayan más recursos para disminuir pobreza? ¿podrían los gobiernos ser más austeros y focalizar los recursos en las reales prioridades nacionales?

 

Milton Morrison es ingeniero
miltonmorrison@gmail.com 

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