El fraccionamiento absurdo

 A pocos pasos de las elecciones congresuales y municipales, estamos asistiendo a un festival de absurdas propuestas por parte de algunos miembros del Congreso.  

Una de estas proposiciones tiene que ver con la segmentación irracional del territorio nacional.  Se trata de crear plazas para cargos electivos. Nuevas provincias, municipios, distritos municipales, y con ello, nuevos senadores, diputados, síndicos, vice-síndicos,  regidores empleados, rentas, contratas y desórdenes.  La burocracia es una inmoralidad que vacía los bolsillos de los contribuyentes. En ella no hay resultados concretos, todo se va en salarios. 

Esa triste realidad contrasta con el ideal en el que debe fundamentarse la actividad política que debería tomar en cuenta el interés nacional en vez del interés partidario y populista.   Y quieren los miembros del Congreso que con publicidad las gentes cambien la percepción que tienen de su trabajo.  Deben saber ellos que el pueblo los percibe tal y como son. No son ángeles bajados del cielo trabajando 18 horas diarias en función de las necesidades de sus comunidades.  Muchas veces son oportunistas que se enganchan a políticos. Existen sus excepciones de verdaderos congresistas, desinteresados,  generosos con su tiempo y talento en pos de la nación. Pero hay algunos que dan risa con sus propuestas descabelladas. Cuando hacen esas propuestas, parece como que si les estuvieran hablando a un grupo de tontos.  ¡Se burlan de nuestra inteligencia!  Mientras más descabellada sea la propuesta más vehemencia, energía y arrebato  ponen en su defensa.  

Son cuatro años de privilegios y grandes tajadas. Ese tiempo debería ser aprovechado para llevar a cabo empresas de Interés nacional, no de grupos ni personajes. Muchas veces sus iniciativas están cargadas de individualismo partidario que no conducen a nada. El correcto equilibrio de las fuerzas políticas que gravitan en el Congreso es necesario para la supervivencia de nuestra nación. No es posible que un solo partido político esté trazando pautas y aprobando cuanto proyecto le sea beneficioso.  

En nuestra provincia de Puerto Plata hay, aunque el ruido todavía no sea suficiente para ser captado por nuestros oídos,  un sórdido viento que apesta a provincia partida.  Debemos mantenernos atentos para que no nos fraccionen con el solo interés de crear nuevos puestos.  Todo proyecto de división territorial debe estar amparado en estudios socio económicos realistas y no en, como diría Ingenieros, “apetencias de hartazgos materiales”.

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