LLEGO LA HORA

 

¡DESPERTEMOS YA DE ESTA PESADILLA! 

“La familia dominicana está envuelta en una enorme pesadilla de oprobios, ignominia, afrenta y deshonra pública. ¡Despertemos ya de esta pesadilla!"

Mirna Santos

Existe una percepción en el país que las cosas no van bien.  La gente, el pueblo, no sólo plantea los niveles de pobreza en que han ido cayendo los diferentes sectores de clase media y clase baja, sino también los problemas de inseguridad ciudadana que se ha venido palpando en los últimos doce meses. 

Un país no puede vivir en zozobra, ni tampoco puede sentarse a esperar que las cosas se resuelvan por sí mismas.  Indudablemente que es un ejercicio que han tenido que ir haciendo los diferentes estratos sociales del país, que están recibiendo diariamente el bombardeo de noticias alarmantes de delincuencia juvenil que se ha ido insertando en la sociedad dominicana. 

Pero esto no es sólo una problemática que se puede medir en los jóvenes de las barriadas marginadas, que seducidos por una posible prosperidad, sobre la base de constituirse en bandas, pasan a consumir y luego a traficar las drogas, produciendo hechos delictivos en que los homicidios, robos, asaltos y secuestros, constituyen noticias constantes  de los titulares de los diarios, sino también se manifiesta en una descomposición real de los/as jóvenes de clase media y de clase alta. 

También este flagelo que nos está arropando de delincuencia juvenil, no es sólo potestativo del sexo masculino, sino también del sexo femenino.  Hay un desborde en las actitudes que asumen los muchachos y muchachas que provienen de familias, de apellidos prominentes y conocidos, que está dando al traste con la vida de algunos y algunas de sus descendientes. El núcleo familiar tiene que actuar, como esencia primaria, de partir del ejemplo, con un concepto de unidad y de acción que tienda a catapultar un pensamiento sano en la manera de actuar de todos/as nuestros/as ciudadanos/as.  

Tiene que haber un alto, una contención que lleve a la reflexión a la familia dominicana, y de manera particular a la puertoplateña.  Decía una vez, que la juventud de ahora, no cuenta con los valores y las inquietudes que otrora normó  a los y las jóvenes, fundamentalmente de la clase media y clase alta, que produjeron acontecimientos históricos importantes para retomar la democracia del país y que en sus manifestaciones establecían parámetros de comportamiento ético y moral, como medida de contención a la conducta que debía normar en nuestra sociedad.   

Nuestros jóvenes de ahora, han relegado estos valores, adormecidas sus conciencias por influencias banales, que han contribuido a trastocar el comportamiento y las actitudes que deben asumir frente a sí mismos y a la sociedad que los rodea. Esos mecanismos y conceptos se les considera ahora atrasados y en su defecto, los padres en su marginación familiar, imbuidos sólo en producir riquezas, creen que saciando los gustos y artificios de sus hijos/as, en una competencia social desbordante de  superficialidad, no logran percibir, como los hilos conductuales de sus hijos/as se están saliendo de esos parámetros que les lleva muchas veces a la muerte, a la cárcel o al exterminio de sus potencialidades. 

Es un gran círculo vicioso que mantiene de manera solapada delincuentes, que se mueven en los círculos sociales más sofisticados, que cuentan con los mismos vicios de  consumo de drogas y realizan una serie de perversidades que no trascienden públicamente, como sucede con los jóvenes de las barriadas que son ajusticiados públicamente, porque esta es una sociedad donde la doble moral es una norma de conducta. 

Hay que volver a enarbolar nuevos paradigmas, que reajuste un nuevo concepto de evolución social, que produzca una verdadera catarsis en nuestra sociedad, que hemos ido relegando y que nos dice, por todos los acontecimientos que diariamente percibimos, que el tiempo apremia y que la única manera de salvar el vacío conductual que está actuando como un hoyo interminable que erosiona todos nuestros hogares, es:  ¡que despertemos ya de esta pesadilla!

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