Opinión

 

"CASOS, RUMORES, MENSAJES Y ALGO MÁS"

QUIÉN LLORA POR UN ÁRBOL? 

Las lágrimas están siendo aguantadas. Me las economizo para tener suficientes y poder llorar a mis anchas cuando el día llegue; aquel día en que la naturaleza nos haya de cobrar con creces, a nosotros y a nuestros hijos por los daños que le hemos inflingido.

Hemos perdido el sentido, ya somos meras cámaras fotográficas que divagamos en soledad en un mundo repleto. Islas insomnes en un océano sin brújulas. Nos hemos convertido en simples repetidores de lo material: Para eso amanecemos cada día, para pensar en lo que se toca y se ve; en lo inmediato, en lo que me agrada a mí, lo que es importante para mí, no importa que con eso el mundo se pierda. Mis intereses están primero y nada más. Lo que yo pienso es lo que realmente tiene sentido y la autoridad que detento es para usarla.   

Todo este prolegómeno, aunque largo, bien podría ser parte del poema de despedida de los hermosos árboles que habitaban en lo que antes fuera la rotonda frente al Estadio José Briceño, en la salida Este de Puerto Plata.  Con mucho gusto que haría una tarja para endechar con estas letras a aquellos árboles, obras a las que la naturaleza esmeró décadas para que sus frondas nos acariciaran con su sombra y que un solo golpe de lapicero condenó a la muerte.  Semejantes a verdugos apareció la campesina barahúnda con sus motosierras y hachas en ristre y destrozaron los ramos y reventaron los nidos que ni a la sindicatura ni al gobierno le importaron.  Sólo se salvaron algunas palmitas que están hacia un lado ¿Es que acaso también se augura convertir a Puerto Plata en un palmar como sucede en ciertas partes de Santo Domingo? Quién sabe. 

Lo cierto es que nuestro clima se está dañando más rápidamente de lo que pensamos debido a esta inconsciente forma de embellecer el entorno: Tumbando los árboles.  Y de muy poco sirve que se paguen impuestos por cada mata que se corte en la geografía nacional, esto no resuelve el problema. Primero porque el dinero no puede resolver instantáneamente lo que la naturaleza a hecho en años y, segundo porque las matitas que se plantan en otros lugares no crecen a la misma velocidad que sus predecesoras, sobre todo porque enfrentan un clima cada vez más hostil. Cuando se cortan los árboles disminuye el caudal de los ríos y hay menos agua para regar a las nuevas generaciones de árboles que están en crecimiento.  

El daño que está sufriendo nuestra isla se está  dejando saber: Calor excesivo, lluvias incontrolables en épocas en las que no está supuesto a llover, tornados, inundaciones, sequía en las zonas agrícolas y otros males que hasta con los temblores de tierra tienen que ver. ¿Esperaremos a que nos sea imposible vivir? ¿Seguiremos depredando el suelo a conciencia y sin remordimiento? Y ustedes, señores autoridades ¿Seguirán tumbando árboles para plantar hierba y palmitas? ¿Serán capaces de contener la furia de la naturaleza cuando ésta se nos rebele?  

Lloremos ahora por el árbol caído porque cada árbol que cae va llorando por nosotros. 

Carlosraulmancebo@yahoo.com

 
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