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				EL DINAMISMO EN LA OFERTA NOCTURNA DE PUERTO PLATA
				  
				22 de diciembre de 
				2007
				En diciembre la oferta de lugares nocturnos 
				se ha tornado  abundante para los puertoplateños.  El viernes 
				pasado Chepe Silverio daba apertura a su bar discoteca CocoBongo, 
				localizada en Playa Dorada. Todo parece indicar que se desatará 
				una férrea competencia en la plaza.  Este nuevo lugar tiene la 
				particularidad de que se encuentra situada en una parte donde 
				abundan los parqueos, con un amplio espacio frontal.    
				Lo que hay es, de un lado de la ciudad, el 
				público tiene a Roadway, Crazzi Moon, Mangú Disco Bar y ahora 
				CocoBongo. Mientras que Hemingway's Café, continúa con sus 
				trabajos de fina renovación de manera acelerada. Según sus 
				propietarios viene con elegantes trazos de diseño en su parte 
				interior, renovados equipos de musicalización y una envidiable 
				ambientación.   
				Por el otro lado, en Ocean World Marina 
				está la impecable Lighthouse Lounge & Disco, un ambiente 
				refinado lleno de glamour, donde la oscuridad de la noche refleja 
				su brillo en las aguas límpidas de su maravilloso entorno.    
				¿Hacia dónde se ha ido el público maduro de 
				Hemingway's Café mientras lo remodelan?  Podría ser que se 
				encuentre diseminado por todo el  arcoiris de ofertas. Habrá que 
				preguntarle a los especialistas.   
				Lo que se sabe a ciencia cierta es que el 
				gran público, el numeroso, el de a pie, se queda en El Furgón, 
				Alexis, Ogilvis Car Wash, el Dogout en el Malecón o en el 
				Malecón sin Dogout.  Se sabe que han surgido infinidad de bares 
				diseminados por toda la ciudad, lo que hace que la oferta se 
				diversifique en demasía.    
				La Choza y el Típico Puerto Plata, 
				localizados en la salida de la ciudad hacia Santiago,  hacen 
				cada noche sus propias historias, las construyen a fuerza de 
				clamorosas guitarras, tambora, acordeón; son esos lugares donde 
				se escucha la bachata realista que muchas veces dice más de lo 
				que se quiere escuchar y el merengue juguetón que esconde e 
				insinúa mucho más de lo que realmente dice.   
				Quiérase o no, las bachatas y merengues 
				típicos son escasos en Playa Dorada.    
				La oferta también ha cambiado de nombre, 
				desaparecieron hace bastante tiempo la Discoteca Andrómeda, Tops, 
				la majestuosa Vivaldi, el rancho del Hotel Montemar protagonista 
				de los domingos. Ya no están Ode Disco, La Lechuza, y Orión. 
				 Una cosa es cierta, mientras discotecas y bares van y 
				discotecas y bares vienen, La Barrica permanece casi 
				imperturbable aun permaneciendo casi cerrada por más de un año 
				como consecuencia de los trabajos de remodelación de la Avenida 
				Manolo Tavares Justo.   
				La extensión del horario de expendio de 
				bebidas le dará a estos establecimientos la posibilidad de hacer 
				de diciembre el mes de sus mayores ventas que, aunque no van a 
				recuperar todo lo que dejaron de percibir, con esta medida 
				sienten un alivio. El que come algo no se muere, decía la 
				abuela. Hay que decir que con la restricción del horario, la 
				discoteca La Barrica ha sido la más perjudicada, pues era el 
				lugar de los trabajadores nocturnos, de los encuentros furtivos, 
				del acre beso del borrachín infortunado que no pudo lograr 
				durante toda una noche lo que pretendía obtener a pocas horas 
				del amanecer, esa es la barrica, el lugar donde convergían 
				–antes de la restricción de horario-- los beodos de toda la 
				ciudad buscando un lugar  donde terminar sus agitadas noches.  
				Muchos creen que ahora para el año 
				electorero, como de lo que se trata es de captar  o retener  los 
				votos siendo necesario conseguir aquellos que están en el 
				frente, al lado, detrás, los disgustados,  los pesarosos que han 
				sido afectados por alguna que otra medida gubernamental,  las 
				autoridades podrían, aunque sea hasta mayo, flexibilizar la 
				medida.   
				Todo está por verse, porque la fuerte 
				presión que la Iglesia Católica ejerce sobre Franklin Almeida es 
				de un peso específico indescriptible. La pregunta seria;  
				¿Cuáles son mayoría, los feligreses o los bebedores?  Sea usted 
				el jurado.   
				 
				
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