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				LOCURA ESPECULATIVA
				 29 de abril de 2008
				La bolsa de valores, es una institución 
				eficaz para el fomento del ahorro que tiene como resultado la 
				capitalización de las empresas, incrementa la oferta y demanda 
				de títulos negociables. Crea instrumentos financieros mediante 
				los cuales las empresas  obtienen recursos. Los costos por la 
				obtención de esos recursos disminuyen debido a que se asumirán 
				de acuerdo a los resultados que obtengan las sociedades en sus 
				actividades productivas. No hay apalancamiento como resultado 
				del pago de intereses mensuales.   
				En nuestro país se oficializó el negocio de 
				valores mediante la aprobación de la ley 19-00, promulgada el 8 
				de mayo del año 2000. Esta ley y su reglamento vinieron a 
				establecer los lineamientos bajo los cuales se rige el mercado 
				de valores de la República Dominicana.   
				En uno de sus considerandos dice “que… 
				existe un vacío legal en lo que respecta al mercado de valores y 
				productos, el cual debe cubrirse con una legislación moderna, 
				acorde a las tendencias internacionales que abogan por la 
				globalización y apertura de los mercados financieros”. 
				En incontables ocasiones les he dicho a mis 
				alumnos que gracias a Dios que ese mercado está en ciernes. Para 
				desarrollar un mercado como ese se necesita fortaleza 
				institucional, claridad en las cifras contables de las empresas, 
				un aparato judicial capaz de hacer cumplir la ley, entre otras 
				cuestiones de vital importancia. Para que funcione el negocio, 
				ese marco regulatorio deberá venir acompañado de un cambio total 
				en la manera de pensar de la clase política y del empresariado. 
				  
				La principal razón de la crisis por la que 
				atraviesa Estados Unidos es  el sobreendeudamiento de familias y 
				empresas gracias a la sobreexposición crediticia de bancos e 
				inversores.  Tengo como quine años escuchando que la deuda 
				contraída por los norteamericanos en sus tarjetas de crédito es 
				impagable. Ahora se suman las hipotecas.   
				Según la revista Fortune, una de las causas 
				de la locura especulativa de las hipotecas subprime es la 
				ambición de los ejecutivos de las firmas de inversión: Goldman 
				Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Lehman y Bear Stearns.  
				Esas firmas, desde el 2002 hasta el 2006 triplicaron sus 
				beneficios y en su momento eran más rentables que la industria 
				farmacéutica o la energética. Las retribuciones de los empleados 
				representaban el 60% de sus ingresos, frente al 20% que suponen 
				los salarios en la banca comercial.    
				Muchas veces nos hemos referido al tema 
				diciendo que el mercado de valores nuestro no se ha desarrollado 
				debido al poco apoyo que ha recibido por parte de los grandes 
				banqueros tradicionales. En la práctica se han negado a 
				negociar. Aunque la materia prima de ambos negocios es el 
				dinero, la bolsa de valores compite con el negocio bancario.  
				Mientras el banco presta a intereses fijos, la bolsa coloca los 
				recursos de los inversores en base a resultados.  Esto es cuando 
				esta última negocia con acciones. Actualmente solo se emiten 
				papeles comerciales, bonos, letras hipotecarias y hasta 
				certificados de inversión a plazo fijo. La bolsa es más 
				dinámica, el banco más conservador.   
				Y gracias a Dios que no esté tan 
				desarrollada todavía. Indudablemente la fuerza centrifuga que 
				mantienen los mercados de todos los países pegados unos a otros 
				hace a la República Dominicana vulnerable.  No es verdad que la 
				economía esta blindada. Eso es imposible. Si siguen las cosas 
				como van, y todo parece indicar que va a ser así, tendremos 
				menos remesas, menos turismo, petróleo caro, que son 
				circunstancias adversas y al mismo tiempo incontrolables para 
				nosotros.    
				De manera que la locura especulativa 
				producto de la desregulación de los mercados financieros ante la 
				vista gorda de las autoridades va a traer duras lecciones a los 
				norteamericanos. Nuestro mercado financiero "primario" nos ha 
				salvado de  dos situaciones adversas: La crisis de los tigres 
				asiáticos y  ésta.    
				Nuestra membrecía en el indeseado club 
				tercermundista nos salvó, por ahora.  
				
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