La lluvia que había estado cayendo de manera insistente durante toda la semana cedió ese día para dar paso al sol intenso. Rodeados de hermosos paisajes matizados por el verdor que lleva la lluvia al campo se celebró la actividad a la cual asistieron los amigos y relacionados de las parejas.   

Entre los invitados estaban  Don Antonio Cocco y su esposa Doña Lourdes Redondo, Doña Tata y Papi Che, el Dr. Freddy Lepe y esposa Ydania, el Ing. Maireni Bournigal, Manuel, Carlos y Mario Finke y sus esposas, Willian Redondo con su esposa, Don Manolo Taváres Mirabal y su esposa Clara, Raúl González Mirabal y su esposa Anamaya, el Dr. Albaine y su esposa Doña Jacqueline Guzman,  Doña Ondina de los Santos, Mercedes Julia Porro, Doña Aleida Perez Cid, Leopoldo y su esposa Michelle, el Arq. Ruben Merete y esposa, el Dr. Chichi Santana y esposa, Igor Rodríguez Durán y Doña Milli, la Sra Deysi Diaz, Eddy Redondo y su esposa Rossi, es Sr. Luis Marín y su esposa Elisa Mirambeaux, Don Silvano Morrobel, Ana Thomen, el Dr. Blanco y esposa, entre otros no menos importantes invitados.  

La actividad se inició a la una de la tarde, de ahí en adelante, hasta la hora de la cena, cada hora y media se aparecía el señor de los puercos trayendo uno y otro, y otro. Tal y como podrán ver en las fotos, los invitados degustaron de los apetitosos cerdos con muchísimo gusto.

El DJ José Luis Joubert amenizó el evento colocando música para todos los gustos. El Karaoke hizo que  los invitados se deleitaran con las voces de José Nathalio  y William Redondo, Felipe González, el Dr. Santana, Ydania Lepe, Don Manuel, Doña Gloria, entre otros cantantes.  Solo faltó la melodiosa voz del Dr. Blanco, el cual tuvo que ausentarse de la actividad para cumplir asuntos de su trabajo.

Para los esposos Cocco y Redondo, lo más importante es lograr estrechar aún más los lazos de amistad que los unen a sus amigos y relacionados, esa es la finalidad de “La Fiesta de los Puercos”.  

Como todo lo bueno, la tardé duró poco, el tiempo se deshizo de repente y vino la noche, el frio acogedor, la brisa fresca.  La carretera empedrada nos guió hasta la falda de la montaña dejando atrás los gratos recuerdos de una tarde memorable.