Lo que no me explico es, si fueron las mismas lágrimas que derramó Martha Heredia. Las que vertió en el ropaje que llevaba puesto la última vez que se le conoció la medida de coerción a su esposo y las del aeropuerto. ¿Fueron las mismas? No entiendo.
Las primeras son, los hechos lo evidencian; drama, circo, simulación. Las otras, estupor, vergüenza, miedo.
Cuánto me confunden esas lágrimas. Hasta a los jueces confundieron.