El terreno donde se encuentran las ruinas del Hotel Montemar es uno de los lugares donde se pudiese construir el mencionado anfiteatro. Los terrenos de long beach y el parque de la comandancia, frente a la Dirección General de Aduanas son lugares a tomar en consideración también. Hay otros sitios en Puerto Plata con vocación para la construcción de ese anfiteatro sin que ello conlleve el pago de un costo tan alto en términos históricos como el que se está pagando.
Qué afán tenemos, cuán ligeros somos a la hora de valorar lo que está hecho, bien hecho y en funcionamiento. La construcción de ese anfiteatro, sea legal o ilegal, se hayan llenado todos los requisitos o no, sea bueno o malo, indudablemente que estamos asistiendo a un crimen de lesa patria. Un patrimonio histórico destruido por un capricho de tres.
Al costo histórico se añade, claro, con menos fuerza, el hecho de que ahora los puertoplateños no pueden disfrutar la puntilla, ni caminan, ni corren, ni pueden darle una vuelta a su familia, ni disfrutan del inigualable paisaje, el cantar de las olas, el rocío, el viento a veces suave a veces violento, húmedo y salino.
Esos mustios atardeceres, llenos de humedad y de sal, de melancolía y añoranzas han desaparecido. Qué mal lo hacemos y qué mal parados quedamos. Qué desorden. No prevemos, lamentamos.