No más muertes de mujeres

Ultima Actualización: miércoles, 06 de julio de 2016. Por: Ariel Heredia Ricardo

Ese grito no tiene tiempo, ni fronteras.

"No, no, no", fue el grito de María Isabel Díaz el13 de agosto de 2015. Esa noche se encontró con la milenaria bestia asesina,que luego de violarla, le disparó en la frente y abandonó su cuerpo sobre elasfalto. En lugar de sumarse a la lista de estudiantes que continuaban lacarrera de abogacía, fue sumada a la lista de mujeres asesinadas de ese año.

Ese grito no tiene tiempo, ni fronteras. En 1616, enBélgica, Bertholome Herodes fue acusada de haber causado una peste y se sumó alas decenas de miles de mujeres brutalmente asesinadas durante la caza debrujas en el medioevo. A mediados del Siglo V A.C., Periandro, el tirano deCorinto, en un ataque de furia escuchó ese grito de su esposa Melisa, cuando laasesinó pateándola y tirándola por una escalera.

En Grecia antigua, el infanticidio de mujeres parece habersido una práctica aceptada. No nos debe sorprender el accionar de Periandro ylos griegos, considerando que Apolo, uno de los principales dioses griegos yromanos, enterado de la infidelidad de su amante gracias al cotilleo de unindiscreto cuervo de plumas blancas, no solo asesinó a Coronis y a la criaturaen su vientre, sino que condenó al cuervo a portar plumas negras y malosagüeros para toda la eternidad.

El infanticidio femenino en China, India, Pakistán, Irán yBangladesh le ha costado la vida a decenas de millones de mujeres. Estapráctica no es excepcional, por el contrario, ha ocurrido en todos loscontinentes a lo largo de toda la historia. No importa la forma, el método, elpaís o el siglo, la bestia asesina lleva milenios matando mujeres solo por sermujeres.

El femicidio, palabra técnicamente correcta pero que nologra transmitir la bestialidad del concepto que describe, es una epidemia queafecta a miles de mujeres en el mundo, incluida América Latina. Si bien noexisten cifras oficiales, es posible afirmar que solo en el 2015 fueronvíctimas de femicidio no menos de 5.000 mujeres en la región. Allí, la bestiaasesina descansa tranquila porque tiene de su lado a un Estado cómplice porinacción, lo cual perpetúa la violencia.

Ya sean dos por día en República Dominicana, nuestrosgobiernos han fracasado en encerrar a la bestia. Si bien en algunos países setomaron medidas para combatir el femicidio, las cifras ponen en evidencia elfracaso de las mismas, ya sea por incompetencia de los responsables enimplementarlas o por ineficacia de las medidas.

El milenario status quo de discriminación y violencia contrala mujer no se va a resolver con meras declaraciones de voluntad o anodinoscursos de capacitación a funcionarios públicos. Debe existir un compromiso másfirme por parte de nuestros gobiernos, orientando todo el aparato estatal aponerle fin a la mayor violación histórica de derechos humanos en todo elmundo. Hasta que no se logre ese objetivo, hablar de progreso es una falacia.