La denuncia y el chisme

Ultima Actualización: viernes, 15 de julio de 2016. Por: Luis Henriquez Canela

Queremos cuidar el turismo, queremos que las noticias sean lo más dulces posibles con la finalidad de tratar de no ahuyentar los clientes; sin embargo, criticamos lo no criticable.

Lo público es público y loprivado es privado. Aunque sea por consideración a unos empresarios quemantienen centenas de empleados laborando en su establecimiento médico,deberíamos cerrar la boca por una vez.

No entiendo cómo puede serposible que un procedimiento, un internamiento, cuyos costos desconocemos ycuyo alcance no mencionamos,  tenga queser objeto de un comentario hasta cierto punto capcioso y, hasta burlón. 

Decían los comentaristas que enuna clínica privada atendieron un extranjero que lo refirieron de un hotel yque el cobro fue de dos mil dólares. No dijeron cuantos días permanecióinterno, ni qué le practicaron, ni las condiciones en las que esa persona llegóal establecimiento médico.

Queremos cuidar el  turismo, queremos que las noticias sean lo másdulces posibles con la finalidad de tratar de no ahuyentar los clientes;  sin embargo, criticamos lo no criticable.

Me da por pensar que muchos noentienden la trascendencia y el daño que pueden hacer  profiriendo juicios alejados de la realidad,  micrófono en manos.  ¿Porque, qué importancia tiene eso a la luzde las orientaciones al público? ¿Cuál es la trascendencia de una denuncia tantemeraria como esa? ¿Los que tienen el micrófono son médicos, saben de procedimientos,saben de costos, tienen clínicas?

Hay que tener mucho cuidado. Notodo lo que nos dicen hay que decirlo. La sensatez indica que lo primero que debe hacer un periodista esinvestigar a fondo el meollo del asunto y luego elaborar su propio juicio, nosalir en defensa de un chisme que en definitiva va a quedar en eso, en esomismo, en un chisme.

¿Qué necesidad hay de hacerse ecode una denuncia tan temeraria como esa si con ella nos estamos haciendo dañonosotros mismos?

Al parecer desconocen lasconsecuencias y el perjuicio que pueden hacer esos juicios vertidos al airemediante un micrófono.

Seamos más juiciosos, por Dios.