Anoche llegué de una actividad que tenía en Santiago, eran como las once. Continué por la Avenida Manolo Tavarez Justo hasta el hospital y de ahí doble a la derecha para tomar la 27 de Febrero.

Es increíble el desorden que hay en esta ciudad en el tránsito, es increíble. Durante el poco tiempo que anduve, cuatro “motoristas” me pasaron más de 5 veces por el lado a toda velocidad.  Era una especie de competencia entre ellos cuatro, pero en medio del tránsito, los rebases los hacían por todos lados. Iban y volvían. 

Doblaban a la derecha en cualquier calle, salían más adelante en vía contraria a la que me dirigía, volvían y daban la vuelta en U en la misma calle, se veían por todos lados; un caos total.  Conducían con una temeridad pasmosa y con un desenfreno, que parecía como si estuviesen solos en las calles.

Uno se pregunta, dónde es que están las autoridades de este pueblo que no le ponen atención a ese caos. ¿Es que no trabajan de noche? Dónde está Amet a esa hora, dónde está la policía motorizada a esa hora. ¿Es que aquí no hay nadie que le ponga un pare a eso?

Resulta que usted que va con su familia en su vehículo, se le estrella uno de esos desvergonzados, tiene que llevarlo al hospital y luego someterse a un proceso judicial en donde sólo usted pierde. Los tribunales están repletos de casos con esas características.  

Al final, el ciudadano decente, el que respeta las leyes, el que maneja a la defensiva es el que tiene que pagar el precio del desorden. ¿Es que este pueblo está solo, acéfalo, descabezado?  

Parece que las cosas se han salido de las manos. Nosotros necesitamos autoridades que se pongan los pantalones y atiendan lo que tienen que atender.