Tránsito en Puerto Plata, S.O.S.

Ultima Actualización: domingo, 05 de marzo de 2017. Por: Luis Henriquez Canela

¿Es justo eso? ¿Esa es el tipo de sociedad que queremos fomentar donde se castiga al que trabaja, al que hace las cosas bien, al que paga sus impuestos, al que paga su seguro, al que anda correcto? Este es el tipo de sociedad que estamos promoviendo donde se atiza el desorden y se premia el incumplimiento?

Los que conocen la Avenida Gregorio Luperón (Malecón) saben que los domingos se convierte en un pandemónium. El lugar denominado cuarto de milla pasa a ser una especie de bar al aire libre. Decenas de jóvenes comienzan desde tempranas horas de la mañana a empinar el codo y a escuchar “música” de esa que lo dice todo sin decir nada. Ruido con cierto “ritmo” y repleto de obscenidades. Basura!!!   

Se ve un grupo de muchachos propietarios de vehículos compitiendo a el que tenga el mejor equipo de música, el más poderoso, el que suene más alto. También muchos motociclistas. Y se pueden ver a casi todos recostados en la pared, con un pie cruzado hacia atrás pegando sus tenis último modelo, el vaso en la mano, la gorra colocada de lado o hacia atrás. Aretes y pantalones caídos dejando expuesta su ropa interior.  

Esos domingos, es posible ver muchos motociclistas haciendo alarde de sus destrezas como conductores. Despegan a velocidades inimaginables, dan la vuelta al malecón y vuelven al lugar a seguir tomando.  Pasan las horas y se repite lo mismo. Nadie que salga al malecón un domingo en la tarde a pasear a su familia está seguro. Es un descontrol extremo, una especie de sálvese quien pueda. Nadie dice nada. Amet no trabaja ese día y la policía que puso Gonzalo sirve para mucho, pero para controlar esa locura no.  

Pues a las cinco y treinta de la tarde viene Pedro (nombre supuesto) desde la tienda La Sirena, de Oeste a Este, viene con sus tres niños, conduce a su derecha despacio y en la curva donde se encuentra el destacamento del Cestur es impactado por una motocicleta que viene desde el cuarto de milla con dos elementos completamente borrachos. Se comprobó su borrachera porque al llegar la noticia al cuarto de milla, una nube de borrachos llegó al lugar e indicaron que desde la mañana estaban tomando juntos.  

Lo grande de todo esto es que los de Cestur tuvieron que llevarse los niños y el padre hacia dentro de la oficina para que no fueran agredidos por la turba de borrachos que veían en el conductor del carro un culpable.  

La velocidad con la que transitaban era tan excesiva que no les dio tiempo a doblar en la curva. La motocicleta se detuvo justamente dentro del vehículo en donde se introdujo vía el cristal delantero. No hubo víctimas de las personas que iban en el carro porque se introdujo por el lado derecho del vehículo y los niños estaban en el asiento trasero.  ¡Qué trauma para esos niños en edad escolar! ¡Qué recuerdo más obsceno!  

De los motoristas, falleció uno y el otro sana rápidamente. Eran dos muchachos de menos de 25 años cada uno que acababan de salir del cuarto de milla, “jartos” de romo, con más de seis horas seguidas tomando, tal vez hasta sin comer, a una velocidad extrema. Embistieron a esa familia que salió tranquilamente a dar un paseo.  A ninguno de los dos se les encontró licencia, seguro, ni siquiera documentos de identidad. Del casco protector ni hablar, aquí no se usa eso. Amigo lector, según su apreciación; ¿sobre quien recae la responsabilidad en este caso? ¿Quién si desplazaba a mil por horas y quién iba a cero millas mostrándole el malecón a sus hijos?  

¿Es tan difícil determinar eso? Bien se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos.  

¿Usted sabe de cuánto fue la indemnización que le impuso el tribunal de tránsito al conductor del vehículo? Pues nada más y nada menos que la suma de ochocientos mil pesos por andar paseando  a sus hijos un domingo por el malecón de Puerto Plata.  

¿Es justo eso? ¿Esa es el tipo de sociedad que queremos fomentar donde se castiga al que trabaja, al que hace las cosas bien, al que paga sus impuestos, al que paga su seguro, al que anda correcto? Este es el tipo de sociedad que estamos promoviendo donde se atiza el desorden y se premia el incumplimiento? 

Uno se pregunta en qué planeta es que vivimos. ¿Acaso habrá motivaciones adyacentes que obligaron a imponer una indemnización de tal magnitud? ¿Qué es lo que está sucediendo en este pueblo? 

¿Las pruebas? Se presentaron de todo tipo y no hubo forma. Y aunque no se presentaran, el sentido común, las personas envueltas, las circunstancias, ataba el veredicto a una suerte contraria a la que fue.   

Ya usted lo sabe amigo lector, no salga a pasear los domingos. No salga, quédese en su casa porque corre el riesgo de que sufra un accidente aparatoso y, o se mata usted o mata alguno. El resultado sería que tenga que vender su casa para poder pagar.  No salga mientras las autoridades entiendan que el camino hacia donde se está dirigiendo la juventud de este pueblo no es la correcta.

En todas las partes del mundo hay un orden. Lo que está pasando aquí no nos va a llevar a buen puerto.