Voto de Castigo

Ultima Actualización: sábado, 04 de julio de 2020. Por: Victor Mena Graveley

Por: Víctor Horacio Mena

Los ciudadanos comprometidos con la institucionalidad del país, el Estado de Derecho, equidad y justicia no podemos pasar desapercibido la oportunidad que nos brinda las elecciones presidenciales y legislativas del 5 de julio.

Los abusos de un desgobierno, que en estos 4 años se dedicó a pelear con todo el mundo y de abrirse frentes innecesarios, presionando, amenazando y ordenando a propietarios de los medios de comunicación cancelar periodistas, como en la especie sucedió con Altagracia Salazar y Marino Zapete. Este último es objeto de una persecución judicial que más bien parece una verdadera persecución política con el propósito deliberado de enviar un mensaje claro a voces disidentes.

En el caso de Miriam Germán, someterla al escarnio público ante el Consejo Nacional de la Magistratura sin que el presidente hiciera un esfuerzo por poner en su puesto al Procurador General de la República, una jueza con trayectoria limpia, que se ganó el apreció de sectores liberales porque se erigió en una jueza que salvaguardó las libertades públicas de los justiciables.

En estos 4 años de desgobierno subir conversaciones telefónicas para destruir la imagen de opositores al régimen pasó desapercibido, se hizo habitual y quedó en la más absoluta impunidad. Lesionando el derecho al secreto de las conversaciones telefónicas.

Más aún, un presidente que en medio de una pandemia se escondió para no dar la cara y una semana antes de las elecciones se hace visible para hacer campaña por su candidato de partido evidenciando que lo más importante es salvar su pellejo y no el bienestar del país.

Y qué decir del manejo dado de los casos Odebrecht y Punta Catalina que constituyen una vergüenza internacional en materia de corrupción. Que sitúa al país entre los países más corrupto según Transparencia Internacional

Son razones evidentes de que se hace imperiosa la necesidad de votar por la Luis Abinader, no por un convencimiento de cambio, sino para castigar una administración sin escrúpulos, que torpedea la institucionalidad y desprestigia el país.

 

Víctor Horacio Mena