José Mármol: un apasionado de la literatura (1-2)

Ultima Actualización: martes, 01 de septiembre de 2020. Por: Artículo Invitado

Por: PLINIO CHAHÍN

Desde su primer libro de ensayos, la Ètica del poeta (1997) pasando por Las Pestes del lenguaje y otros ensayos (2004) hasta El placer de lo nimio (2004), José Mármol llega a resumir su visión del poema como un espacio del pensamiento. Llega, incluso, a resumir su visión de la filosofía como un acto de reflexión lingüística y de invención simbólica.

Nunca como ahora, la literatura dominicana había logrado colocarse en un lugar tan significativo y trascendente. Las más recientes publicaciones de las ediciones españolas de las obras de Juan Bosch, Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Antonio Valdez, Alexis Gómez-Rosa, José Mármol, entre otros, así lo indican. Este hecho puede admitir las más variadas formulaciones y los más diversos matices y grados de interpretaciones. De lo que no cabe duda es del impulso de la literatura dominicana en el mercado del libro internacional.

El arte y la literatura, hoy igual que en el pasado, suelen figurarse a sí mismos fuera y por encima del mundo de todos los días, en algún remoto ámbito de la imaginación, un equivalente intelectual de una pastoral o del reino de las hadas, pero no en la plaza del mercado o en la corte de un tribunal codeándose con la vanidad, la codicia, el sexo, el dinero y el poder. El arte siempre ha existido y se ha definido, al menos en parte como un espacio absoluto y devorador de los rancios hábitos de la percepción.

Nunca ha estado nuestra imaginación más activa en asuntos artísticos, culturales y literarios. Estos hechos se expresan, contundentemente, en el libro Cansancio del Trópico de José Mármol, una selección de artículos y ensayos publicados en el año 2006 por la Editora Bartleby de Madrid, España.

No deja de ser significativo que los temas de este panorámico libro se relacionan con el pensamiento y la poesía, el lenguaje y la filosofía, así como también con el análisis y los hallazgos de algunos escritores dominicanos, hispanoamericanos y españoles, entre otros temas poéticos y culturales.

Desde esta perspectiva, la concepción creativa de una antropología poética se hace quizá más clara. Una consideración sobre el decir universal del poema con relación al pensar basta para establecer la posibilidad de realizar y concluir una composición filosófica del discurso. La significación de este discurso aparece en la génesis recíproca del pensar y del sentir. Considerado aisladamente de esta génesis mutua, el sentimiento razonado a través del lenguaje no es más que una palabra que cubre una multitud de funciones parciales: tendencias afectivas, trastornos lingüísticos, estados de convulsiones internas, intuiciones y catarsis, pasiones y sentimientos.

Situados en ese movimiento ontológico mutuo, en José Mármol pensar y escribir “se explican” recíprocamente, el uno por el otro: por un lado, la facultad gnoseológica engendra realmente, al jerarquizarse, los “grados” del sentimiento liberándolo de su confusión esencial; y por otro lado, el sentimiento engendra, verdaderamente, la incertidumbre del acto de escribir en todos sus niveles.

Thomas Mann decía que ser escritor no es una profesión sino una maldición; lo que parecería estar tratando de explicar esa declaración es la situación ambigua del escritor en la sociedad en la que vive, y el material pulsional en el que debe hurgar, una y otra vez, poniendo el dedo en la llaga, para sacar sus imágenes a la luz del día. Un verso de Borges es como un eco de la afirmación de Mann: mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia. Pero a pesar de estas verdades desalentadoras, de la presencia continua en su horizonte emocional del principio de realidad, José Mármol tiene el inmenso privilegio de forjar, para todos, imágenes que son emblemáticas del mundo y que, si llegan a perdurar, traerán tal vez con ellas, duradero, el sabor compartido de un lugar que es al mismo tiempo delicia, misterio y amenaza.


Desde su primer libro de ensayos, la Ètica del poeta (1997) pasando por Las Pestes del lenguaje y otros ensayos (2004) hasta El placer de lo nimio (2004), José Mármol llega a resumir su visión del poema como un espacio del pensamiento. Llega, incluso, a resumir su visión de la filosofía como un acto de reflexión lingüística y de invención simbólica. Un poema, es, dice José Mármol, una manera concreta de organización del mundo y de la vida, es decir, una forma de pensar y de escribir. De ahí que la poesía del pensar sea incisivamente interrogativa, pues, pensar significa heideggerianamente hacer preguntas coherentes y profundas, antes que ofrecer respuestas apodícticas y arrogantes.