Es necesarios abrir espacios para que las personas que nos acompañan durante el camino de nuestra vida se sientan en la confianza de expresar lo que le hacemos sentir para bien o para mal y sientan la libertad de irse cuando quieran.
Abrir la puerta para que los demás entren y mantenerla abierta para cuando quieran irse, ¡eso es vivir en libertad!
De vez en cuando debemos cuestionarnos si todo aquel que nos acompaña, está ahí porque quiere o por qué se siente obligado a estarlo.
Hagamos que esas personas que están en nuestra vida, estén ahí porque les hace bien y que sepan que son libres de irse cuando ya no estén a gusto, es posible vivir sin apego.
No hay vida más triste que la de aquellos que se obligan a estar donde ya no son felices, donde ya no hay aire para respirar, el soportar eso a largo plazo trae resentimientos y dolor.
Aprendamos que la gente es pasajera, el para siempre pesa mucho.