Quizás la prisa con que vivimos, la búsqueda necesaria de los bienes materiales, el deseo de superación personal se nos pasa por alto aprender a distinguir entre lo que es útil y lo que nos resulta inestimable.

Una herramienta de trabajo es útil. Un abrazo es inestimable. Una ventana es útil. Un atardecer visto desde la venta es estimable.

En la generalidad de los casos, las cosas útiles son mucho más caras que aquellos momentos inestimables.

Lo que consideramos inestimable genera mucha más felicidad a largo plazo que lo que es útil. Sin embargo, a menudo valoramos más lo que es útil, a sabiendas de que la salud no tiene precio, De hecho, lo inestimable rara vez cuesta dinero. El nacimiento de un hijo, el amor de los amigos, la familia, un atardecer en la playa rodeado de tus seres queridos, etcétera.

Por lo tanto, cuando venga a la mente la preocupación, detenerse a pensar si lo que se ha estado buscando han sido solo las cosas útiles o las inestimables. Aprende a diferenciar y tal vez puedas darte cuenta que vivir no es tan costoso como hemos creído.

No dejemos lo valioso para cuando nos asalten los pensamientos justo al momento de morir. Vivir de forma deliberada es inestimable.