¿Genio o loco? “Vamos a tener dos hijas tenistas y seremos ricos”:

Ultima Actualización: martes, 06 de septiembre de 2022. Por: Artículo Invitado

El polémico plan de Richard Williams que digitó el destino de Serena y Venus antes de que nacieran,Diseñó un método de laboratorio para crear a dos súper atletas. Juntas, sus hijas ganaron 30 Grand Slams y facturaron cientos de millones de dólares.

Richard Williams lo tenía todo planeado. Aunque suene increíble, el hombre había escrito "un plan" con el destino de sus hijas, dos años antes de que nacieran. El Big Bang se dio una tarde de 1978, cuando vio en las noticias que la tenista Virginia Ruzici había ganado 40 mil dólares por quedarse con la final de Roland Garros. “Y yo gano cincuenta y ocho mil al año”, pensó en voz alta. Y ese día empezó a diseñar su propio American Dream.

Richard Williams tenía cinco hijos (tres varones y dos mujeres, de su primer matrimonio) a fines de los 70 cuando se casó con Oracene Price, quien ya había alumbrado a tres nenas. Pero aquel día del 78, después de una cena romántica, decidió que iba a agrandar la familia.

“Fui a ver a mi esposa y le dije que tendríamos dos hijas y que nos volveríamos ricos. Van a ser tenistas”, cuenta RW en su libro Black and White: The Way I See It. La traducción del título de su biografía le queda como anillo al dedo: "Negro y Blanco: La manera en que lo veo". “Y qué pasa si llega un niño”, lo desafió su mujer, Oracene, poniendo a prueba su plan. “No va a haber ningún niño”, respondió seguro Williams.


Ya todos lo saben, "nena" dijo el partero y por duplicado. La primera nació el 17 de junio de 1980 y se llamó Venus. La segunda fue Serena y llegó el 26 de septiembre de 1981. De movida, él predijo que la mayor ganaría el US Open. Así lo decía su manual de 78 páginas. Pero, para la menor tenía algo más grande. "Vas a ser la mejor jugadora de la historia", le aseguró a los 13, aunque lo había planeado antes de que existiera.


Sonaba a quimera, pero Richard se saldría con la suya y esas chicas iban a escribir una parte de la historia del tenis. Y en letras doradas.

El Juego del Calamar de Richard para forjar a la próxima Michael Jordan mujer

Las Williams no iban a tener una cancha de cada superficie en el fondo de su casa, como diseñó en Alemania Peter Graf para que su hija Steffi fuera la número uno.

La historia arrancó lejos de los centros de alto rendimiento, en las canchas públicas de Compton, una ciudad al Sur de California que en aquella época era conocida por una sangrienta guerra entre pandillas. Williams decidió trasladar a su familia allí para modelar a sus criaturas.

El padre creía que practicar en medio de esas canchas ayudaría a sus hijas a superar la presión de cualquier circuito. “No había lugar en el mundo más duro que Compton: mudé a la familia por estaba seguro que los grandes campeones salían de los guetos”, explicaba el hombre, inspirado en Malcom X y Muhammad Ali.

Vale decir que él sufrió ese gueto en carne propia. Eran tan peligrosas las calles que, por enfrentarse a las bandas que hostigaban a sus hijas, Richard terminó con la dentadura rota y hasta con una costilla fisurada.

Después de mudarse desde Los Ángeles a Compton, “el Método Williams” (esas 78 páginas que escribió al mínimo detalle de puño y letra), indicaba que Venus y Serena iban a agarrar por primera vez una raqueta a los cuatro años.


Un par de décadas más tarde, el propio Richard aceptaría que fue demasiado riguroso y que deberían haberlo hecho a los seis.


Llueva, nieve o truene parecía ser el lema del hombre que tenía asistencia perfecta en ese campus de mala muerte. Williams se movía con una grabadora y registraba los movimientos de sus chicas. Pero, su fórmula de enseñanza estaba lejos de la ortodoxia. Practicaban bajo la lluvia y con pelotas mojadas o viejas, para que no picaran tanto: “Así, las chicas tenían que golpear más fuerte y agacharse más”.


Richard alimentó su propio mito contando que rompía botellas y tiraba los vidrios en el fondo de la cancha. Como si se tratara de El juego del Calamar, las chicas debían agarrar el globo de aire, antes que la amarilla las superara: retroceder, podía ser muy peligroso…


Rick Macci, el entrenador que llevó a Jennifer Capriati, Maria Sharapova y Andy Roddick a la cima, y tomó a Venus con 10 años y a Serena con 9, le da crédito a esa versión: “Lo que me asombró fue su ardiente deseo de llegar a la pelota. Nunca vi a dos jóvenes atletas esforzarse tanto por alcanzar la bola. Atropellaban vidrios rotos con tal de devolver una vez más...”.

 

Macci conoció a los Williams en mayo de 1991. La leyenda de una niña prodigio ya daba vueltas por los Estados Unidos y el mítico entrenador viajó a Compton para verla.

Después de observarlas por una hora, el especialista tuvo que reconocer ante el padre: “Podía ver la velocidad, la rapidez, y sabía cuán alto iba a llegar. Me acerqué a Richard y le dije: ‘Dejame decirte algo. 


Tenés en tus manos a la próxima mujer Michael Jordan”, le aseguró, traducido al argentino coloquial. Pero, como se refería sólo a Venus, RW no tardó en contestarle.

Así lo recuerda Macci: “Me rodea con el brazo y me dice: ‘No, hermano, te equivocás: tengo a las dos próximas Jordan del tenis”.

 

“Este fin de semana no estaremos por acá porque iremos a la Casa Blanca”, se jactaba Richard Williams entre sus vecinos millonarios. Vivía en un coqueto barrio de La Florida y ya todas sus predicciones se habían cumplido. Venus había llegado al uno y Serena la había superado. Ya no necesitaban repartir guías por la calle, como en los primeros años de vida de las chicas. Eran (multi)millonarios.

Existía algo de resentimiento, de revancha, en la fanfarronería de Williams.

Fuente: www.clarin.com