Durante los últimos 26 años la República Dominicana está inmersa en un proceso de involución de su sistema político si se observa el llamado sistema democrático representativo sin parcialidad partidaria, es fácil determinar como toda la institucionalidad que le corresponde arbitrar   están salpicadas por la política.

Las posibilidades de que la sociedad participe y reciba tratamiento de ciudadano con derecho, está determinada por los acuerdos y componendas con élites de poder tradicional donde la norma es la impunidad.

Por esos acuerdos es que los políticos han podido libremente hacerse ricos sin que los ciudadanos sepan el origen de sus cuantiosas fortunas y han propiciado un clima favorable, donde las elites controlan todo, la salud, el sistema de pensiones, todo esto aderezado con   discursos cargados de retórica, donde se dice y no se hace, y cuando se hace, se desvanece por tecnicismo judiciales.

Si la corrupción es la mayor fuente de poder y los instrumentos que la interpelan no la enfrentan entonces se hará más difícil sostener la democracia.