AL AYUNTAMIENTO; MEDIDAS SIMPLES, SIN COSTO

Ultima Actualización: domingo, 14 de agosto de 2011. Por: Luis Henriquez Canela

La multa para el que cruce un semáforo en rojo debería ser de cincuenta mil pesos, lo único es que las autoridades encargadas de fiscalizar este tipo de acciones deberán ponerse a trabajar.

La multa para el que cruce un semáforo en rojo debería ser de cincuenta mil pesos, lo único es que las autoridades encargadas de fiscalizar este tipo de acciones deberán ponerse a trabajar.  En realidad uno no sabe dónde es que los agentes de Amet se meten porque sólo aparecen cuando viene el presidente o alguna que otra personalidad que necesite su cuido. Al parecer, nosotros, como ciudadanos de segunda, no merecemos orden.

 

Los atropellos se han convertido en parte de nuestras vidas, por ejemplo, usted conduce en su vía por el centro de la ciudad y se encuentra con un motorista que viene en vía contraria, él sabe que conduce incorrecto, no hay espacio para ambos debido a la cantidad  de vehículos estacionados a la derecha, no hay espacio, usted continúa su marcha lentamente y si el motorista se ve precisado a bajarse del pavimento, entonces le echa maldiciones a usted que va en su preferencia, que conduce correcto. Él sabe que viene equivocado, pero aun así, refunfuña, rezonga, gruñe, lo hace porque aquí se ha perdido el respeto por todo, porque no hay sanción, porque vivimos como chivos sin ley.  Lo hace porque probablemente tiene debajo del asiento de la motocicleta algún objeto punzante o cortante con el que puede amenazar o hacer daño, pero también cuenta con la turba solidaria de padres de familia que, ante cualquier quítame esta paja, se lanzan como leones a defender el derecho que tienen de hacer lo que les da la gana.

 

El ciudadano que tiene las posibilidades de comprarse un vehículo de cuatro ruedas y conducirlo, muchas veces se siente atrapado frente a la agresividad que muestran esos padres de familia. Cruzan los semáforos en rojo, adelantan por la derecha, se detienen en cualquier lugar, no respetan nada ni a nadie.

Estamos viviendo en una especie de vorágine donde el “sálvese quien pueda”  pasó a ser el establishment. 

 

En algunas ocasiones, conversando con personas que viven fuera y que tenían muchos años sin venir a Puerto Plata,  ya sea que vivan en Santo Domingo o fuera del país, comentan el impacto que les ha producido el cambio que ha dado la ciudad, especialmente por la limpieza que notan en las calles, las señalizaciones, las nuevas construcciones, sin embargo, siempre se quejan del desorden que han notado en el tránsito. Es casi imposible conducir con seguridad, dicen.

 

Creo que es un buen momento para que el Ayuntamiento de Puerto Plata establezca  límites a esos indefensos padres de familia. Las votaciones están muy lejos, por lo tanto, cualquier acción tendente a adecentar el tránsito, por dura que sea, podría carecer de costo político.

 

Hay decenas de cosas que se pueden hacer sin que para realizarlas se necesite recursos. Ya lo he dicho con anterioridad, el centro de la ciudad debería ser sagrado, debería ser un santuario para que la gente camine con tranquilidad observando las casas victorianas y apreciando todos los elementos históricos que hacen de Puerto Plata una ciudad única. Para eso, hay que rescatar las calles, por lo menos las del centro.  Propongo como limites los siguientes: Al este, avenida 27 de febrero, al oeste, calle San Felipe y al sur, calle Antera Mota.  Ese debería ser el cuadrante de la dignidad del peatón.  Cero motocicletas en ese perímetro.

 

Indudablemente que esa medida va a intensificar el tránsito peatonal, va a contribuir a disminuir la inseguridad con que la gente vive, a disminuir los accidentes de tránsito y, en definitiva, a tener una ciudad más sana.  No hay costo ninguno. Es una simple medida que va a tener un impacto de grandes proporciones para la comunidad.