Los juzgados olvidados Imbert y Altamira

Ultima Actualización: jueves, 18 de abril de 2019. Por: Luis Henriquez Canela

Estoy completamente seguro de que los jueces que envían a esos lugares no dicen nada por disciplina y los demás colaboradores también. Todos se quejan en silencio, todos están insatisfechos con esa situación, pero la prudencia es una buena consejera.


Hace justamente un año, escribía sobre el Juzgado de Paz de Sosua, de sus precarias condiciones materiales, de la forma fatigosa y difícil en cómo sus empleados desempeñaban las funciones por efectos del calor y el apiñamiento de los viejos muebles. Condiciones terribles para una función que se supone debe estar rodeada de cierto orden y la solemnidad propios de los actos procesales que se desarrollan en los estrados.


Gracias a una mano divina, la cual desconozco, el tribunal fue dotado de varios aires acondicionados que lo hicieron mucho más amigable para sus empleados y usuarios. En este enlace, pueden encontrar ese artículo que escribí para la ocasión:

http://www.puertoplatadigital.com/verNoticia.aspx?Id=27130

 

Hoy se me ocurre escribir sobre los juzgados de Imbert y Altamira, los que también se desenvuelven en condiciones de una precariedad extrema. El de Imbert se encuentra ubicado en una pendiente por donde se penetra al municipio. Eso significa que todo el movimiento comercial que se desarrolla en esa comunidad utiliza la vía. El juzgado está en el segundo nivel de una construcción tipo casa; un pequeño espacio que es utilizado como sala de audiencias y dos habitaciones que se emplean como oficinas. Todos los sonidos hacen eco en esa humilde casita.


El ruido de las motocicletas con los muffler o tubos de escape con resonador, de los llamados “destripados”, irrumpen inmisericordes embadurnando el ambiente y haciendo que todo planteamiento hecho por cualquiera de las partes actuantes en un proceso sea ininteligible.  Allí, en plena audiencia, como si fuera dentro del mismo tribunal, se escuchan las más inverosímiles ofertas de venta, desde rolos, redecillas, bacinillas; hasta el famoso “chinito”.


No es un ambiente para impartir justicia. El lugar se presta más para un salón de belleza, un bar de mala muerte, una tienda; pero no para un juzgado.  Por lo menos en el de Sosua sólo era caluroso, pero no había ruidos estrepitosos debido a que se encuentra en el patio lateral del ayuntamiento de esa comunidad.


El otro es el de Altamira. Se encuentra ubicado en una pendiente mucho más pronunciada que el de Imbert. Es otra casita habilitada para juzgado, con su salita y tres habitaciones. Los ruidos son veinte veces más estridentes y molestosos que los del juzgado de Imbert por ser la pendiente mucho más empinada. Ahí, los motores suben a una velocidad estrepitosa, los camiones que reparten agua, los vendedores, las plataneras, todo vehículo que sube deja una estela de humo y ruido que convierten el lugar en una especie de Hiroshima.


Estoy completamente seguro de que los jueces que envían a esos lugares no dicen nada por disciplina y los demás colaboradores también. Todos se quejan en silencio, todos están insatisfechos con esa situación, pero la prudencia es una buena consejera.


Finalmente, en este oficio de escribidor esporádico y malo, a veces uno se pregunta cuál es el criterio que utilizan las autoridades del poder judicial para alquilar esos locales. ¿Por qué elegir esos sitios de condiciones tan precarias para la función judicial? ¿Será por barato? ¿O es por falta de tiempo para buscar otros mejores? ¿O acaso es por falta de gerencia? Y, que conste, no me estoy refiriendo a nadie en particular. Mi objetivo es concientizar para que se busquen soluciones.

Convendría buscar locales en sitios menos ruidosos y dotarlos de ciertas condiciones, no creo que eso afecte en nada a una asignación millonaria como la que tiene el Poder Judicial en el presupuesto.


Ayudémonos señores, no le dejemos las cosas al tiempo. Una buena gerencia está basada en  la permanente búsqueda de soluciones, alternativas y mejoramiento.


Juzgado de Paz de Altamira, Puerto Plata, RD.

Juzgado de Paz, municipio Altamira, Puerto Plata, RD