Con el paso del tiempo adquirimos y acumulamos experiencias, a la vez que, perdemos ciertas facultades en diferentes áreas del diario vivir.
Antes del auge de las tecnologías, la experiencia que representaba una ventaja comparativa y competitiva en los seres humanos pasó a un segundo plano ante el uso de los diferentes sistemas de organización y operaciones automatizadas, las que facilitan la competitividad en la productividad y comercialización al igual que en la adaptación al cambio.
Esos factores han provocado que la vida útil de las personas que no logran ponerse al día con los nuevos conocimientos y requerimientos en las diversas áreas del quehacer en el mundo laboral cada día sea más corta; lo que antes era una ventaja, hoy es un obstáculo, si nos quedamos paralizados en el tiempo.
Ante los cambios tecnológicos, los que en muchos casos han revoluciomado la forma y velocidad al planificar y operar las empresas, debemos ser humildes e iniciar a tiempo el proceso de desaprender y reaprender, con la conjunción de experiencia y tecnología, la eficacia y el rendimiento están garantizados.
Con el transcurrir del tiempo y el fenómeno de los cambios tecnológicos las primeras facultades que pierden los seres humanos que no se actualizan son: la seguridad y confianza en sí mismos, factores indispensables para el logro de los objetivos y el alcance del éxito.
Además de la pérdida de oportunidades, el paso del tiempo puede traernos pérdidas de facultades físicas, entre ellas: dificultad con la circulación arterial y oxigenación del cerebro, condiciones de diabetes y del corazón, pérdida de la memoria, dificultades para aprender y comunicar, el equilibrio del pulso, disminución de la capacidad visual, desequilibrio e inestabilidad corporal y mental, entre otras.
Cuando el paso del tiempo apaga nuestra memoria nos aisla de la realidad, de los seres queridos, de la sociedad y de nosotros mismos.
Es ahí cuando la experiencia se convierte en inútil y nos transmite como mensaje que debemos vivir cada momento a la vez y que nuestros conocimientos debemos transmitirlos a otros para que permanezcan como legado.
Por lo regular, no nos preparamos para los cambios drásticos que acontecen y que son inminentes e imposibilitan el disfrute de lo que, con tanto afán y esfuerzo, logramos obtener y guardamos.
Hoy tenemos diversos ejemplos de las huellas que deja el paso del tiempo, muchos enfermos mentales que no revisaron de manera preventiva su salud mental, ellos y sus familiares pagan las consecuencias; alejémonos de ese patrón.