Por aquel entonces, en el recuerdo de nuestra adolescencia
no era fácil escuchar de labios de
nuestros padres sobre todo del “viejo”, la sentencia ¡Te lo dije!
Era como una especie de “ves? No me hiciste caso, hiciste lo
contrario al consejo dado. ¡Te lo dije!” Uno sentía tanta vergüenza de haberle
fallado a sus progenitores, que las lágrimas de derrota, no tardaban mucho en
asomar sin llamarla a lubricar nuestros ardientes ojos.
Ese “te lo dije”, era válido, justo y certero porque el
consejo sobre determinada acción, había sido dado con tiempo. Por eso, se
recibían esas reprimendas con respeto y en admisión al desvío, por leve que
fuera.
Guardando la distancia, los actores y las circunstancias, se
le puede decir a muchas de nuestras autoridades e instituciones “te lo dije”.
Entre algunos que tratan de hacer comunicación responsable
desde los programas de radio o televisión donde trabajan y en el medio más
amplio y libre como son las redes sociales, se les han tratado algunos
necesidades que parecen más acuciantes.
Problemas como el desastre del tránsito vehicular, la
desagradable situación de una ciudad SIN planta de tratamiento, las condiciones
de decenas de nuestros barrios periféricos por causa de falta del sistema
sanitario, y el desastre de las aguas contaminadas que salen al mar en nuestro
litoral del malecón.
Esas consideraciones-demandas, no son de ahora. Ni de este
año. Los registros están ahí. Y no han hecho caso o lo han hecho a medias.
Sus “asesores y consejeros” como hábiles encantadores de
serpientes, hacen lo indecible para mantenerlos tranquilos y somnolientos.
Pasado el tiempo, quieren dar muestra de preocupación por el
desastre en salud que podría desatar en una ciudad que se levanta sobre sus cenizas,
la falta de una planta de tratamiento de aguas residuales.
Ahora que se espera el barco, y cuando el efecto de los
somníferos parece desaparecer, se dan cuenta del caos existente en el tránsito
vial, y la falta de voluntad política que estanca y aleja una acción valedera,
correcta y permanente.
Y se suceden las reuniones, y los foros, y los acuerdos
inter-institucionales. Se inician campañas y se escuchan los ruidos
artificiales y otras “yerbas aromáticas”.
Se acerca el barco…y ahora, algunos tal vez a regañadientes
reconocen que Puerto Plata no está debidamente preparada. Aún así, se puede
hacer algo. ¡Te lo dije!