Confieso que me duele, siento verguenza, cuando alguien
expresa “tieto de país”, “Estado fallido”,” “muñequito de país” y otros
epítetos para denostar la República
Dominicana.
A 50 años de la Revolución de Abril, gran parte de este
tiempo, ha sido un desastre en la buena administración del Estado.
Instituciones débiles, promesas incumplidas, planes de
gobierno en campañas desarrollados solo en los medios de prensa.
Jefes de Estado en varias oportunidades han proclamado “Cero
corrupción”, “combate a la inseguridad” y precisamente, esas dos condiciones
son de las más preocupantes hoy día.
Instituciones quebradas, débiles, no confiables que incluyen
algunos estamentos policiales y militares, cuya podredumbre y fétido olor
parece contaminar a largo alcance.
Los ejemplos están ahí. Si desea, haga usted mismo un
ejercicio de recordar.
Sectores del poder económico y religioso llaman blandengues
a gobernantes y dignatarios, debido a la flojera que demuestran, las vueltas
que dan, el miedo que demuestran y la misma connivencia y silencio, ante
determinados casos y situaciones ocurridas.
No sé, quisiera equivocarme pero creemos, que como sociedad
estamos en necesidad de un hombre y ¿ Por qué no? Una mujer, que no se le
acelere el corazón y diga un basta ya, al desastre institucional por el que
camina nuestro país.
Un jefe de Estado, que se atreva a enfrentar la corrupción
que se afirma existe en muchos de nuestros cuerpos policiales y militares.
Un jefe de Estado, que se atreva a romper con el desórden en
nuestras cámaras legislativas referente al despilfarro de los recursos que
reciben.
Un jefe de Estado con “testículos” abultados, para sanear de
una vez por todas, la nómina de la administración pública. Quien no realiza una
labor…no cobra.
Un presidente que se auxilie de civiles o militares activos
o no, con amplio historial de disciplina y firmeza y honestidad para colocarlos
como Ministros y administradores en los diferentes Ministerios y puestos de
jerarquía en la administración pública.
Quien no tenga una carrera diplomática, que ni sueñe con
estar nombrado en ese campo.
Un jefe de gobierno, que tenga “timbales” aunque nunca haya
tocado timbales en conjunto musical
alguno, para promover reformas reales y justas en la Policia Nacional y las
Fuerzas Armadas.
Que no tenga temor de informar a la sociedad que dirige,
como se manejan los recursos otorgados a esas instituciones.
Un presidente capaz de contratar buenos asesores y poder
afirmar con propiedad, que nadie, absolutamente nadie podrá estar pensionado
por el Estado, y continuar en trabajo con otro disfraz en la misma
administración pública.
Hay otros muchos cambios que la misma sociedad debe reclamar
y exigir. Escriba, diga usted algunos. ¡Atrevámonos!
A mi edad, nunca hemos realizado campaña por nadie. No hemos
estado en caravanas, ni en marchas, ni en repartos ni en nada de esas cosas, aún
en el ejercicio del Periodismo.
Si alguien me convence, que lo dicho hasta ahora es viable,
es posible, que podría hacerse en un gobierno suyo, contáctenme y estaré
voceando más que un loco por su candidatura.