Puerto Plata engañada otra vez

Ultima Actualización: domingo, 18 de diciembre de 2016. Por: Luis Henriquez Canela

Da vergüenza que para rehacer tres calles haya que esperar tantos años. Promesas van y promesas vienen.

La novia esperó por ocho años a que el novio se decidiera jurarle amor eterno. Fueron ocho años de un noviazgo sin contratiempos, entre universidad, familia, viajes al exterior en compañía de ambos suegros y demás hermanos. Vacaciones compartidas. 

Los novios no dormían juntos por respeto al sagrado vínculo del matrimonio por venir, pero permanecían horas en la habitación de uno u otro en cualquiera de las dos casas o en los lugares que frecuentaban en familia. 

Ambos clanes de posición económica acomodada no tenían prisa por ver convertido en realidad el juramento de amor definitivo de sus hijos. A ellos sólo les faltaba el “sí, acepto” porque todos los demás trámites y prácticas de la vida en matrimonio se habían consumado.  

Al final, resultó el casamiento en un verdadero chasco. El noviazgo que duró ocho años se convirtió en un matrimonio efímero. La permanente convivencia desgastó la ilusión, socavó los rigurosos cimientos sembrados durante el amorío y convirtió  la coexistencia en un infierno.  A los pocos días de la ceremonia, ya en casa propia, la blancura del vestido nupcial lucía desteñido, desgastado y amarillento.  

El tiempo, el gran maestro, hizo desaparecer la mirada secuaz, la sensual complicidad de los gestos, el susurro, el secreteo; todo murió. El cortejo nupcial ensombreció los días y los convirtió en tenebrosas noches.     

A la novia del Atlántico podría sucederle lo mismo con el remozamiento de su Centro Histórico. Se han sembrado tantas expectativas, se espera tanto tanto tanto, que el resultado podría ser un chasco.

Es que las cosas se hacen o no. Da vergüenza que para  rehacer tres calles haya que esperar tantos años. Promesas van y promesas vienen. Una vez más Puerto Plata ha sido engañada con falsas expectativas. Si usted va a dar, dé y no venga con cuentos de camino.

No hay explicación convincente, decisiva y categórica que explique las razones por las que esos trabajos han perdurado tanto tiempo.  Por más argumentos que quieran esgrimir los ejecutores de esa importante obra, para el ciudadano pensante de este municipio, se trata de una olímpica desconsideración. Una afrenta.  

¿Qué hace Puerto Plata con dos cruceros en un día con más de 8 mil turistas si no puede aprovecharlos? Esta realidad choca de frente con el entusiasmo con el que el Viceministro elogia los logros del Presidente y las ejecutorias del  otro, el de Obras Públicas, si, ese  que lo que hace es tapar hoyos y mal tapados. 

Remiendos van y remiendos vienen a esa carretera y ni siquiera el pedazo desde el  muelle hasta la ciudad lo ha podido terminar.

Va a pasar como los novios, que después de ocho años de expectativas, la ilusión va a desaparecer y el todo se convertirá en nada.