El juez inquilino

Ultima Actualización: domingo, 05 de junio de 2022. Por: Luis Henriquez Canela

El ruido ensordecedor que producen las máquinas al inflar los juegos impide el sosiego que debe existir en una urbanización. El permiso que otorgó el ayuntamiento de Puerto Plata indica que está autorizada para operar una tienda de postres, de venta de insumos de repostería, renta de juegos inflables, no para la explotación de un parque de diversión infantil.

La carga emocional que me ha producido el atropello del que ha sido víctima el ciudadano juez a través de las redes sociales, es abrumadora.


El intento de acabar con una reputación labrada durante más de treinta años de buen ejercicio ciudadano y profesional, debería acarrear duras consecuencias para quien lo perpetre. 


El contexto es el siguiente:


Una pareja de “inquilinos” se queja amargamente de que no puede descansar durante el día debido al ruido generado por las operaciones del negocio que se ha instalado al lado de su casa. Como personas civilizadas que son, agotan largas rondas de conversaciones con la joven dueña del negocio a los fines de que modere un poco el escándalo y la bulla. Durante esas conversaciones, en principio, subyace el tono conciliatorio, la cordialidad y la sensatez. 


Los “inquilinos”, ambos mayores, son gente sosegada que lo único que desean es descansar. No aspiran a que quiten el negocio, solo que sean consecuentes con ellos, con su paz, con su tranquilidad.  


Agotan todos los medios de conciliación posibles para que cese el ruido. No lo consiguen. Entonces recurren al único medio para solucionar el conflicto; los tribunales. Demandan aduciendo que en el establecimiento comercial se producen ruidos que perturban la tranquilidad y el libre esparcimiento de los residentes en la vivienda. 


El primer grado rechaza la petición. La Corte de Apelación lo acoge y la Suprema Corte también. El negocio, en papeles y permisos tiene como objeto la venta de insumos de repostería y de ALQUILER de juegos infantiles inflables, en la realidad es un parque infantil de juegos inflables. El ruido ensordecedor que producen las máquinas al inflar los juegos impide el sosiego que debe existir en una urbanización. El permiso que otorgó el ayuntamiento de Puerto Plata indica que está autorizada para operar una tienda de postres, de venta de insumos de repostería, renta de juegos inflables, no para la explotación de un parque de diversión infantil. 


La dueña del negocio, a decir de ella misma, es una joven de 27 años con dos profesiones y una maestría, lo ha dicho a través de un video colgado en las redes sociales. La adorna, según sus propias palabras, la condición de emprendedora. Con una dicción impecable va narrando en su video, paso por paso, la situación que, según ella, es una injusticia y se ha utilizado “tráfico de influencias” para que los tribunales le fallen en contra. 


Si hubiese tráfico de influencias, por la condición de juez de uno de los “inquilinos”,  las tres instancias a las que se recurrió le hubiesen dado la razón a ella y no fue así. La primera, como hemos apuntado más arriba, rechazó la petición. 


La zona donde ha tenido lugar la situación narrada es la urbanización Horizontes del Atlántico, avenida Luis Ginebra, entrando por la franquicia de Helados Bon y hacia el malecón de Puerto Plata. Es la primera propiedad de la línea de la derecha. 


Seguramente, lectores, ustedes se han dado cuenta de que en este escrito, la palabra inquilino siempre ha estado entre comillas. He escrito esa palabra así porque en el video ella se refiere de manera despectiva a esa condición, como si los reclamantes no tuviesen calidad para demandar por ser “inquilinos”.  O como si fuesen basura. 


Ese juez, muchachita, ese juez, al que usted le llama  despectivamente “inquilino” es una de las personas mejor valoradas por todo el que se desenvuelve en el medio jurídico de Puerto Plata.  Ese triste y derrotado  “inquilino”, ese “viejo”, es incapaz de utilizar influencia alguna para obtener a su favor ni el valor de una menta. La corta edad suya, muchachita emprendedora, no le permite tener el más mínimo de respeto y consideración para la investidura de una persona que lo ha dado todo por su país, una persona ecuánime, conciliadora, una persona que nunca se ha visto envuelta en ningún tipo de problemas. 


Y después de más de 30 años rompiéndose el forro, viene usted y le saca esa inmundicia de video pretendiendo empañar la carrera de una persona que lo que ha hecho es ayudar. Si precisamente es un inquilino es porque su seriedad no le ha permitido vivir en un palacio donde parece vivir usted. 


Usted, niña mimada, que ha tenido la oportunidad de instruirse en universidades, parece que las academias le pasaron por encima. Recuerde que la vida tiene dimensiones; la técnica profesional y la humana. De esta última usted no tiene ni pizca.


Si consideramos su condición de millennial, es entendible lo que ha dicho en el video. No sólo se ha defendido, si no que ha pretendido, con su ignorancia, echar un barril de mierda encima de 32 años de trabajo honrado. 


Retractarse es de sabios.